Floren nos propuso a Luis y a mi, una jornada ferratera a mitad de camino entre su tierra y la de Luis (Valencia) y la mía (Zaragoza) para celebrar su cumpleaños. Así que quedamos en la provincia de Teruel, con la esperanza de que el tiempo nos diera un respiro dejando de llover, y poder conseguir un "Hat-Trick" ferratero.
Floren y Luis vinieron juntos, y a las 9 en punto coincidimos en Cortes de Aragón, muy cerca del desvío hacia Plou y Huesa del Común (nuestro primer destino). Decidimos primero ir a Muniesa a desayunar y a comprar unos bocatas para el almuerzo. Tras los cafés y un poquito de charla, ultimamos los 16 km que nos quedan hasta Huesa del Común, y dejamos los coches en el parking que hay nada más entrar al pueblo a la derecha.
En este pueblo hay dos ferratas: la del Castillo de Peñaflor, y la vía ferrata del Almadeo. Comenzaremos la jornada con la primera. Sacamos las mochilas del maletero, y comenzamos la aproximación siguiendo las indicaciones.
Ya empezábamos a divisar la pared por donde va la ferrata. |
Caminamos durante unos minutos paralelos al río Aguasvivas, pero teníamos que cruzarlo para llegar a la pared... Primero Luis lo intentó por un tronco, pero se movía mucho; así que retrocedimos un poco, y lo cruzamos saltando por unas piedras con la ayuda de un palo que encontramos.
Por fin llegamos al inicio de la ferrata y, junto al cartel indicador, nos colocamos el equipo. La lluvia que nos había acompañado durante el viaje, había cesado por completo. Cruzamos los dedos para que siguiera así...
Esta vía ferrata tiene una categoría K-2 según la escala Hüsler. Cuenta con un pequeño desplome, pero muy fácilmente salvable. Está considerada como de iniciación a este deporte, aunque tiene tramos muy verticales.
El recorrido de la ferrata es desde casi la orilla del río hasta el mismo castillo, salvando un desnivel de 80 metros. Desde luego esta fortaleza medieval de la época musulmana, era totalmente inexpugnable desde su cara suroeste, que es por donde estamos subiendo...
A nosotros nos pareció una vía ferrata muy entretenida, y la disfrutamos de principio a fin.
Una vez arriba nos abrigamos para protegernos del aire, y disfrutamos de las vistas. Es una pena el estado del castillo. Debió ser imponente. Según he leído, sufrió mucho durante el siglo XIX con la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas, que lo dejaron tal y como lo vemos ahora: hecho unos zorros...
Después de hidratarnos y descansar un poco, iniciamos el descenso hasta el río otra vez, pues en esa misma pared por la que hemos subido, está la otra vía ferrata.
Esto no ha sido más que un aperitivo, ahora nos toca la vía ferrata del Almadeo, un poco más complicada (K-3)... ¡a por ella!
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