viernes, 13 de diciembre de 2013

GRUPOS DE RESCATE ESPECIAL E INTERVENCIÓN EN MONTAÑA



El crecimiento de los siniestros en montaña de los últimos años, (muchos de estos casos son accidentes en pistas de esquí), ha dado lugar a que diversas Comunidades Autónomas se hayan planteado el cobro de las salidas de helicóptero, la intervención de equipos de socorro o la asistencia médica.

Desde el año 2009, fecha que podemos definir como el inicio de toda esta problemática, son muchas las Comunidades Autónomas que se han pronunciado al respecto del cobro de rescates. Unas dejaron claro en su momento que no cobrarían de ningún modo (caso de Aragón), otras lo estudiaban en el 2009 y lo han aplicado en la actualidad (País Vasco, Navarra, Canarias y Madrid), otras lo plantearon pero no lo han llevado a cabo (Asturias o Valencia) y otras como Cataluña llevan años con el sistema establecido, siendo la pionera en estas lides, pero sin poder determinar claramente una norma de separación entre lo que es cobrable y lo que es gratuito, es decir, entre lo que es negligencia y lo que no lo es...

Pero ajenos a estas polémicas, la coordinación y ejecución de las labores de rescate y salvamento en montaña, continúan realizándose por el colectivo que más experiencia y profesionalidad tienen demostrada en España: Los Grupos de Rescate Especial e Intervención en Montaña (GREIM). Desde este blog, queremos rendir un homenaje a este equipo de magníficos profesionales, que exponen diariamente sus vidas por salvar otras.



El aumento de las actividades al aire libre durante la década de 1960 trajo consigo la nueva necesidad de rescatar a personas accidentadas o extraviadas en áreas de montaña.

Antes de la existencia de los Grupos de Esquiadores-Escaladores de la Guardia Civil, los rescates eran realizados por voluntarios civiles quienes dando muestras de auténtico valor y arrojo abandonaban sus trabajos y se trasladaban largas distancias por sus propios medios para solventar los rescates que iban surgiendo. Las largas distancias a recorrer y los medios de transporte y carreteras de aquella época hacían que la llegada de los socorristas voluntarios se demorara más de los normal con el consiguiente perjuicio de los accidentados. Fue la Federación Española de Montañismo bajo la presidencia de Félix Méndez, así como los propios montañeros franceses, quienes deseaban que en la vertiente española de Pirineos existieran grupos de rescate a imagen y semejanza de los de la Gendarmería Francesa, por lo que ambos impulsaron la fundación en 1967 de las Unidades de Esquiadores-Escaladores, encargadas tanto del rescate en Montaña como de la vigilancia de los pasos fronterizos en los Pirineos.

En 1981 se reorganiza el Servicio creándose los actuales Grupos de Rescate Especial e Intervención en Montaña.

A lo largo de los años, el Servicio de Montaña se ha ido adaptando a las nuevas necesidades. En la década de los 80 comenzó en algunas zonas del Pirineo una intensa actividad de barranquismo que requirió la correspondiente evolución de los especialistas de montaña. A principios de la década de 1990 su actividad se extendió a cavidades subterráneas y al espeleosocorro. Estos guardias civiles también se especializaron en el rescate en medio acuático. 

Debido a la dificultad orográfica de las zonas de actuación, las acciones de rescate se realizan frecuentemente en colaboración con el Servicio Aéreo de la Guardia Civil.



La Dirección General de la Guardia Civil, en su normativa interna asigna los siguientes cometidos al Servicio de Montaña:

·    Prestar auxilio a las personas accidentadas, perdidas o aisladas en zonas de montaña o lugares de difícil acceso.
·    Velar por el cumplimiento de las disposiciones que tiendan a la conservación de la naturaleza y medio ambiente en zonas de alta montaña.
·    Garantizar la seguridad y el cumplimiento de la legislación vigente en dichas zonas de actuación.
·   Realizar servicios de vigilancia y de prevención y mantenimiento del orden público en pistas de esquí, así como en competiciones deportivas de montaña.


Para la formación de los Guardias Civiles Especialistas en Montaña, el Cuerpo cuenta con una escuela con la denominación de CAEM (Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña), situada en Candanchú (Huesca), bajo la dirección de un Comandante de la Guardia Civil y donde tras un período de formación de 10 meses se pasa a formar parte de los GREIM. 

Durante dicho período de formación los miembros de la Benemérita que previamente han superado una serie de pruebas físicas reciben clases y realizan prácticas de vida y movimiento en montaña, espeleología, espeleosocorro, rescate en pared, topografía, esquí de pista y montaña, escalada en alta montaña en roca y hielo y deportiva en roca, así como técnicas de primeros auxilios. Actualmente la formación impartida por la Escuela de Montaña de la Guardia Civil es la única homologada en España por la CISA (Comisión Internacional de Socorros Alpinos) para la realización de rescate en montaña con título oficial.

Desde 1.981 hasta el 31 de diciembre de 2011 han realizado un total de 14.970 rescates en montaña, cavidades subterráneas y lugares de difícil acceso.





viernes, 1 de noviembre de 2013

ALTA RUTA DE LOS PERDIDOS (II)

(Pulsa aquí para leer la primera parte)

ETAPA 3: GRANGE DE HOLLE - ESPUGUETTES - PINETA

Distancia: 23 km.
Desnivel: +1.464m / - 1.719m


Y se cumplieron las previsiones: desde que nos levantamos, la lluvia caía sin cesar. Observábamos preocupados el panorama a través de las ventanas mientras desayunábamos y no era para menos: sin duda, esta que comenzábamos, era la etapa más dura de todo el recorrido.

De los cuatro yo fui el único que se acordó de meter en la mochila las polainas. No me sirvieron de mucho... a las dos horas de marcha, ya tenía los pies mojados.

Saliendo del refugio con el equipo de lluvia.


En menos de 20 minutos llegábamos al pueblo de Gabarnie. Entre lo temprano que era y el agua que caía, estaba prácticamente desierto. Atravesamos la población, y tomamos el sendero con fuerte pendiente hacia el refugio de Espuguettes.

Esta subida se me hizo eterna. Mis compañeros me sacaron varios metros de ventaja, y de vez en cuando tenían que esperarme. Llovía constantemente con fuertes rachas de viento, y para colmo, el agua se convertía de vez en cuando en granizo.

La subida pasada por agua.

Por fin, divisábamos al fondo el refugio...

Una vez en el refugio, nos quitamos toda la ropa y nos pusimos seca... el que tenía, pues a mí se me había mojado el interior de la mochila.

En la puerta del refugio, un simpático animal nos da la bienvenida...

El Refugio de Espuguettes está a 2.027metros de altura, y cuenta con una capacidad de 54 plazas en dormitorios de 5 a 10 personas.

Tras un reconfortante café con leche, volvimos a ponernos la ropa mojada y continuamos con la ruta aprovechando un momento de tregua, en el que dejó de llover. No duró mucho. A los pocos minutos, volvió a diluviar.  

Seguimos ascendiendo hasta un collado situado a 2.430 metros. A partir de aquí, tendríamos que buscar el desvío que nos llevaría por el Puerto Nuevo de Pineta.




El guarda del Refugio de Bujaruelo nos advirtió cuando nos explicó la ruta: "No lo dudéis. Si llueve coged el desvío por el Puerto Nuevo de Pineta. Os perdéis el lago de Marmorés, pero la bajada desde el Balcón de Pineta puede ser peligrosa con lluvia...".

El GPS de Floren no marcaba el desvío, y nos llevaba hacia el refugio de Tucarroya, así que estuvimos bien atentos a que los altímetros marcaran los 2.270 metros, que es donde debíamos desviarnos. A todo esto, el granizo había vuelto a caer con fuerza...




Tuvimos que saltar multitud de cascadas que la fuerte lluvia estaba provocando.



Tras un buen rato de caminata, llegamos al fin al Circo de Pineta. No se si era el cansancio acumulado o que ya me empezaban a molestar las rodillas, pero la bajada se me hizo muy larga...


Al fondo, el Parador de Turismo.

Cartel indicador, poco antes de internarnos en el bosque.

Llegamos al bosque y la pendiente se suavizó. La lluvia continuaba, pero aquí estábamos más protegidos. 




Según el mapa, tendríamos que continuar la GR-11, y cruzar el río para llegar al Refugio de Pineta. Pero no había puente, y lo que normalmente es un típico río de montaña que se puede cruzar saltando de piedra en piedra hasta la otra orilla, se había convertido en un caudaloso torrente de agua que llevaba gran velocidad. Así que la única solución era cruzar el único puente hasta el Parador de Turismo, y bajar hasta el refugio por la carretera durante varios kilómetros.


Habíamos caminado 11 horas, de las cuales más de 9 bajo lluvia o granizo... pero por fin llegamos al refugio. 






El Refugio de Pineta cuenta con 71 plazas entre camas y literas y está guardado todo el año. A mí me decepcionó mucho. Normalmente, los refugios a los que se puede acceder con coche suelen ser los mejores. Llegamos tarde, es cierto, pero ya no teníamos zapatillas disponibles para relajar nuestros sufridos pies. Yo, que calzo un 45, tuve que ponerme las únicas que quedaban disponibles... un 38! El suelo era un barrizal ya que muchos optaron por continuar con sus mojadas botas. 


Nos dieron una habitación muy pequeña para los cuatro con dos literas dobles. Con ayuda de los bastones, la convertimos enseguida en un improvisado tendedero de ropa...




Llenamos las botas con papeles de periódico para que absorbieran la humedad y bajamos al comedor. Cenamos bien, y enseguida nos fuimos a dormir.






ETAPA 4: PINETA - GÓRIZ
Distancia: 13,75 km.
Desnivel: +1.876m / - 896m

Continuó lloviendo toda la noche, pero por la mañana cesó durante un buen rato. Tras desayunar y recoger todo, comenzamos la 4ª etapa.


Santi en la puerta del refugio antes de salir.

Apenas acabábamos de salir del refugio y ya nos vinos con un problema: el Cinca seguía crecido, e ir a buscar el puente de la jornada anterior suponía varios kilómetros extras. Así, que a remangarse los pantalones y a descalzarse para pasar a la otra orilla...


Tras secarnos los pies, iniciamos la marcha siguiendo unos hitos de piedra, internándonos en un bosque de hayas y pinos por un sendero que asciende con mucha pendiente. 


Al cabo de una hora más o menos, vemos que el grupo de asturianas que conocimos en el refugio y que salieron antes que nosotros se dan la vuelta. Una de ellas, se ha caído intentando cruzar el torrente de agua que baja por el barranco de las Fayetas y el resto se han asustado. Volvieron a Pineta, y en coche viajarían hasta Torla, tomarían el bus hasta Ordesa y de allí a Góriz. Casualmente llegaríamos a la vez al refugio de Góriz.
Nos puso un poco nerviosos la decisión de este grupo de chicas, pero cuando llegamos al barranco, vimos que no era peor que las cascadas que tuvimos que cruzar el día anterior, y pasamos sin problemas.


Continúa el ascenso (con trepadas incluidas) por un hayedo hasta que alcanzamos la zona de pastos. Apenas habíamos realizado 3 km, y hacía ya casi tres hora que salimos. La jornada prometía ser dura una vez más...



Por el camino nos encontramos multitud de Edelweiss.

El camino sigue siendo vertical, y para colmo comienza a llover... otra vez.



Luis filmando nuestra aventura.

Tras ascender por empedrados caminos, finalmente llegamos al Collado de Añisclo. Floren y Santi iban siempre en cabeza, mientras Luis y yo no parábamos de fotografiar. Las vistas lo merecían...


Desde el collado la vista se abre hacia el formidable tajo del Cañón de Añísclo, flanqueado por el pico Inferior de Añísclo o de la Suca (2.790 m) por el este y por la Punta de las Olas (3.002 m) y el macizo de Monte Perdido al oeste.

Al poco, nos aparece una placa ascendente con las primeras cadenas.








La zona de la cadena es una roca plana en ascenso. La segunda parte de cadenas es en descenso y tiene dos tramos, el primero para destrepar un murete de unos tres metros más o menos verticales, que está seco y se baja sin problemas y el segundo tramo, es un poco más largo, menos vertical y por el que chorreaba bastante agua y hacía muy resbaladiza la bajada. Floren y Santi abandonaron las cadenas y optaron por bajar por las piedras viéndolo más seguro. Luis y yo seguimos por las cadenas.


El que suscribe, bajando por tramo vertical.
Floren y Santi bajando por la peligrosa pedrera.
Luis y yo optamos por las cadenas.

Después de pasar la zona de cadenas, llegamos al collado superior de Góriz o de Arrablo, ya por terreno llano primero, y descendente después; descendimos del collado hasta unas praderas con agua donde cruzamos el barranco de Arrablo y llaneando, llegamos hasta los llanos de Góriz.









Y por fin llegamos al Refugio de Góriz. Eran las 7 menos cuarto, y nos obligaron a cenar a las las 7. Así, que apenas sin cambiarnos, entramos al comedor. Allí nos encontramos con los franceses con los que coincidimos en el refugio de Oulettes de Gaube. Muy amables, se empeñaron en compartir sus bebidas "espirituosas" con nosotros... demasiado fuertes para nuestro gusto.



Santi sirviendo la cena ante la mirada ansiosa de Floren...

Y aparte de la cena... ¿qué se puede decir bueno de Góriz? Ah, sí, que cumple su 50 aniversario... y poco más. Ya dije todo lo que tenía que decir sobre este refugio en la entrada Ascensión a Monte Perdido.



Cartel del aniversario de Góriz.

Tras la cena, alguna cervecita, un poco de lectura y a repasar sobre el mapa la ruta del día siguiente. Las dos últimas etapas habían sido agotadoras para los cuatro, pero sobre todo para mis rodillas. Poco más tarde, nos retiramos a la masificada habitación a dormir.







ETAPA 5: GÓRIZ - SARRADETS - BUJARUELO
Distancia: 16,2 km.
Desnivel: +673m / - 1.493m

Tras el madrugón y el desayuno (qué queréis que os diga, no fue muy bueno...), preparamos los trastos para afrontar la última etapa de esta ruta. 



Bien abrigados en la puerta del refugio, listos para partir.


Salimos del refugio en dirección noroeste cruzando el barranco de Soaso y hacia el circo de Góriz en sentido ascendente, con potentes repechos en los primeros 30 minutos hasta llegar al punto de trepada. Luego ya se suaviza..


Dejando atrás el refugio.

 El camino está muy bien marcado con hitos y marcas de la GR. No hay pérdida.







Antes de afrontar la subida hacia la Brecha de Rolando, vimos a un numeroso grupo de cabras montesas que parecían ignorar nuestra presencia.





Rodeamos la plana de San Ferlús por la derecha, por un sendero en continua subida, suave primero y más empinado después. Tras trepar un poco obtenemos las primeras vistas de la Brecha. 





Unos metros más arriba está la gruta helada de Casteret, descubierta en 1926 por Norberto Casteret. Actualmente la cueva es zona protegida y su acceso está prohibido.








Tras atravesar varios neveros y subir por zonas mixtas de hielo y roca, llegamos al Paso de los Sarrios, equipado con una cadena anclada a la roca. 










Tras una pequeña subida llegamos a la Brecha de Rolando, un cortado de 40 metros de ancho por 100 de alto. Estábamos pletóricos. Nuestro último ascenso había terminado. A partir de aquí sería todo bajada.







Cuenta la leyenda que Rolando (o Roldán), después de haber sido derrotado en batalla en Roncesvalles, huyó de sus perseguidores buscando un paso entre las montañas. Fue entonces cuando llegó al muro donde hoy se encuentra el pico del Casco, y viéndose acorralado, lanzó su espada Durandarte contra la muralla rocosa, lo que provocó la actual brecha...

La Brecha de Rolando es el único paso natural a la vertiente francesa, hacia el circo de Gavarnie. Su figura característica le ha servido, además de paso natural, para ser uno de los lugares más fotografiados, curiosos y emblemático de Los Pirineos.

Tras una pequeña pausa, pasamos al lado francés para iniciar la bajada por el glaciar hasta Sarradets. 


El glaciar unos lo bajaron andando... y otros de culo.
Al fondo, el Refugio de Sarradets.

El Refugio de Sarradets está situado a 2.587 metros, y está guardado en Semana Santa y desde finales de mayo a principios de octubre (las fechas varían según las condiciones climáticas). Comimos en la terraza del refugio.



Dando buena cuenta del embutido con preciosas vistas.

Después de almorzar, comenzamos a bajar hacia el puerto a través de bloques de rocas.



Dejando atrás el refugio y despidiéndonos de la Brecha...

Al rato llegamos al Puerto de Bujaruelo. A partir de aquí, el camino era un mero trámite. Todo bajada muy suave durante unas 2 horas y pico.




Cartel indicador de lo poco que nos quedaba...


Marmotas, nuestras compañeras de viaje.


La bajada, aunque larga, era muy suave.

Al fin pudimos divisar San Nicolás de Bujaruelo de nuevo.

Y por fin llegamos. Completamos la Alta Ruta de los Perdidos: 100 kilómetros por alta montaña. Lo habíamos conseguido. 


Tras una cerveza para celebrarlo y sellar el control de etapas, nos fuimos con el coche rumbo a Linás de Broto. Allí cenaríamos tranquilamente y pasaríamos noche en El Último Bucardo.




Ya relajados en el albergue El Ultimo Bucardo...


Y poco más hay que contar, pues al día siguiente regresamos tras el desayuno. Sólo decir que a pesar del esfuerzo valió la pena y mucho esta experiencia, y más realizándola en compañía de estos amigos.




El control de etapas con todos los sellos: Bujaruelo, Oulétes de Gaube, Grange de Holle, Pineta, Góriz, Bujaruelo de nuevo y El Último Bucardo.



Este es vídeo que realizó Luis de la ruta: