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lunes, 8 de junio de 2020

VUELTA A LA "NORMALIDAD": ¡A RIGLOS!


"Quién me ha robado el mes de abril" diría Sabina. Y yo añado ¿y el de mayo? ¿y marzo? Pues un puñetero virus que se ha llevado ya la vida de 400.000 seres humanos, entre ellos más de 27.000 españoles, según cifras oficiales a fecha de hoy.

Pero Aragón, mi comunidad, ha entrado hoy en Fase-3, lo que quiere decir que ya podemos movernos entre provincias. Y yo no me quedo en casa. Aprovechando que estoy de vacaciones, me marcho a Riglos a hacer una buena pateada, que ya estoy harto de caminar por la ciudad, y más con la incómoda mascarilla.

¡Comenzando a caminar!


He madrugado para asegurarme que mi hija se despertaba a las 7, pues a las 8 tenía un examen de la Universidad, bueno, "tele examen on-line". He preparado el bocadillo y un par de piezas de fruta, y rumbo a la provincia de Huesca (por fin...).

El río Gállego con Peña Rueba al fondo.


He echado gasoil en una estación de servicio en la que suelo parar, porque tiene cafetería-restaurante y siempre tomo ahí un café cuando voy hacia el Pirineo. Peeero, no he podido tomármelo porque no llevaba mascarilla, se me había olvidado en casa.
- Eh caballero, no puede entrar a la cafetería sin mascarilla -me dice el gasolinero-.
- ¡Pero si nadie lleva mascarilla dentro del bar! Están todos bebiendo o comiendo.
- Hace falta mascarilla para entrar. Luego si quiere se la quita.
- Vale,vale, me marcho. Pero para cobrarme el gasoil, parece que no le ha importado tanto que no la llevara...

Cruzando las vías del ferrocarril.


Tras un rato de coche, por fin llego a mi querido Riglos, en la que tantas leyendas montañeras han escalado por sus Mallos. Sin café, pero con unas ganas terribles de ponerme a andar.

Llegando al Embalse de La Peña.


De hecho, tenía tanto "mono" de andar, que he eligido la ruta más larga que conozco por allí: de Riglos al pantano de la Peña por la pardina de Carcavilla, de ahí a la foz de Escalete, la pardina de Escalete, Circo de los Mallos, y vuelta al pueblo de Riglos pasando entre los Mallos Pisón y Firé. Unas cinco horitas y media de trekking.

Foz de Escalete.

Ruinas de la pardina de Escalete.


Ha hecho un día perfecto para andar: mucho sol y algo de aire. Cuando he salido del coche el termómetro marcaba 12º, y he empezado a caminar con una sudadera, pero enseguida me la he quitado. He realizado todo el recorrido en pantalón corto y camiseta, y a ratos incluso sin camiseta.

Al fondo de divisa Peña Oroel y cumbres nevadas del Pirineo.


Se notaba que hacía mucho tiempo que nadie pasaba por esos caminos. Las zarzas y la maleza me han dejado las piernas con arañazos. Pero estaba precioso. Todo verde, verde. Y el Pantano de La Peña a tope de agua. Si está así el Prepirineo, no quiero imaginar cómo estará el Pirineo de bonito. ¡Qué ganas de ir!

Mallos Pisón y Firé

Llegando a Riglos de nuevo.






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domingo, 17 de marzo de 2019

SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA


Hace poco realicé con Luis una excursión que aún no había hecho a pesar de estar relativamente cerca. Visitamos la ermita de origen visigótico de San Martín de la Bal d'Onsera, también llamada Val de Onsera o Valdonsera.



Nos levantamos sobre las 8, y tras desayunar tranquilamente nos dirigimos a Huesca donde Luis quiere entrar a la tienda oulet de Barrabes. Esta visita es casi un ritual para él, y la realiza cada vez que viene a Huesca. Hemos llegado pronto y la tienda está cerrada así que, como los hobbits, realizamos nuestro segundo desayuno en un bar del polígono industrial donde está ubicada la tienda.

Tras un rato ojeando material y ropa de montaña, continuamos ruta hacia la Sierra de Guara. Vamos por la N-240 y tomamos el desvío a Loporzano, Barluenga y San Julián de Banzo. A las afueras del pueblo, en la HU-V-3302 después de una pronunciada curva a la izquierda seguimos por una senda de tierra a la derecha y a los pocos metros torcemos de nuevo a la derecha por una pista que avanza entre zonas de cultivo. La pista nos lleva a un pequeño parking, inicio del camino que baja hasta el mismo barranco de San Martín.

En el parking sólo había una furgoneta. Es una gozada realizar excursiones como ésta entre semana, donde normalmente a estas horas el  aparcamiento estaría petado de vehículos. De momento salimos abrigados, pero el cielo tan azul nos advertía que en breves comenzaríamos a sudar. 



El camino está muy bien indicado. Apenas miramos el GPS. Es una ruta muy recomendable. Accesible para muchos pero no para todos, pues hay que pasar un camino equipado. No es una excursión especialmente difícil ni muy larga, pero tampoco un simple paseo. Conviene llevar buen calzado, y evitar días muy calurosos en verano.



Gran parte del camino discurre por el barranco de San Martín, un cauce seco la mayor parte del año. Es un paseo algo incómodo por las piedras de conglomerado y con zonas de badinas y charcos que deberemos superar.





Al cabo de hora y media de caminata llegamos al pie del collado de San Salvador, donde encontramos una bifurcación. Un cartel indica hacia la izquierda "San Martín por la Viñeta (dificultad alta - pasos por sirga), S6", y por la derecha "San Martín por senda los Burros (dificultad baja con pendiente), S6".




Decidimos subir por la primera, siendo interesante subir por ésta y bajar por la segunda, ya que siempre es más fácil superar los pasos complicados de subida, que hacerlos de bajada. De todas formas la ruta de la Viñeta no es realmente difícil, solamente tiene alguna trepada fácil, pero no es apto para gente con vértigo porque la senda es algo aérea, y nada recomendable con lluvia o roca mojada.





Tras la subida llegamos al collado de San Salvador, donde disfrutamos de unas vistas impresionantes hacia el barranco de San Martín. Hay unos enormes paredones donde habitan buitres y otras aves. Resulta difícil de creer que allí abajo haya una ermita escondida...




El camino baja en fuerte pendiente zigzagueando, y poco a poco desplazándose hacia la derecha. Pasamos por algunas placas de roca pendiente en las que hay que tener cuidado si están mojadas o se lleva calzado deslizante, habiendo en la roca algunas muescas talladas para los pies. Hay que agarrarse bien a los cables de seguridad instalados.




Al llegar al barranco seco una vez abajo, se sigue hacia la derecha, río arriba, debiendo dejarlo en un par de minutos para tomar una senda a la derecha que sube paralelo al barranco. Ya se empieza a ver la torre de la ermita. Impresiona pensar cómo se ha podido montar una ermita en lugar tan inaccesible. Realmente si los ermitaños querían soledad, sin duda lo consiguieron.




Y por fin, tras casi 2 horas y media llegamos a la ermita de San Martín de la Bal d'Onsera. 




Aquí descansamos y visitamos la ermita por dentro. Era un cenobio altomedieval, del cual ya hay documentos que lo referencian en 1075. La actual construcción responde a una reedificación del siglo XVII, con añadidos o reformas de los siglos XVIII y XIX. Parte de ella, está excavada en la roca, al igual que San Juan de la Peña.






La ermita se encuentra en un sitio espectacular: un circo cerrado por grandes paredes, con una cascada de 30 metros de altura. 






Allí comimos tranquilamente, y estuvimos sentados charlando hasta que el sol dejó de entrar por encima de los paredones y empezó a bajar la temperatura rápidamente y decidimos volver. Esta vez por la Senda de los Burros, más larga pero más suave que la que vinimos.

El Parque de la Sierra y los Cañones de Guara tiene multitud de rincones maravillosos. La ermita de San Martín de la Bal d'Onsera es uno de ellos.








lunes, 18 de febrero de 2019

PEÑA RUEBA: FERRATA VARELA PORTILLO Y FERRATA DE LA MORA


Al contrario que en otras ocasiones que soy yo el que se desplaza a ferratear con mis amigos de Levante, en esta ocasión es Luis el que viene de Valencia para hacer algo de montaña por mi tierra y pasar unos días en Zaragoza. 

Ha madrugado bastante, y a las 9:30 me pasa a buscar y nos vamos directamente hacia Murillo de Gállego donde haremos la mal llamada ferrata Peña Rueba, pues se trata de dos ferratas diferentes: la vía ferrata Varela Portillo que está al oeste de la peña, y la vía ferrata de La Mora, situada al sur.



Tras una rápida parada en Ayerbe para comprar pan, llegamos a Murillo de Gállego y giramos a la izquierda siguiendo las indicaciones que llevan a la Ermita de la Virgen de Liena. A unos 300 metros tomamos un desvío a la derecha, y tras un rato conduciendo por pista, llegamos al muro de una casa y aparcamos. Aunque se debería dejar el coche un par de kilómetros más adelante, la pista a partir de aquí deja mucho que desear y decidimos continuar andando.

Luis señalando Peña Rueba al fondo.

Peña Rueba se encuentra entre los Mallos de Agüero y los Mallos de Riglos, y aparte de las ferratas cuenta con vías de escalada. Se puede acceder a la cima a través de cualquiera de las dos vías ferratas, lo cual la hace muy atractiva ya que podemos subir por una y bajar por la otra haciendo una ruta circular.

Nosotros subiremos por la Varela Portillo (K-4) y bajaremos por la ferrata de La Mora (K-2). Lo malo de esta decisión es que el acceso hasta la primera ferrata no es largo... es larguísimo. Toda una excursión. Más de dos horas de constante subida que a pesar de estar en pleno febrero, nos hizo sudar bastante. Pero había ganas: no hacíamos actividad montañera juntos desde que vinimos de Alpes el verano pasado.

Ya falta menos...

Al pie de la peña, junto a la Cueva Calva.

Desde la Cueva Calva seguimos al norte rodeando Peña Rueba tendiendo a ir siempre a la izquierda, como si nos alejáramos. Perdemos altura para cruzar un barranco y subimos por la loma de enfrente hasta llegar a unos paredones inclinados y lisos. Aquí daremos con el paso natural de la Faja Varela-Portillo. El camino gira bruscamente al este donde tenemos visible al fondo un espolón, inicio de la ferrata y la cresta de Peña Rueba. Nos faltará subir por un pronunciado pedregal para llegar a tocar la primera grapa un poco escondida, a la derecha del pedregal. 

Un vistazo hacia atrás mientras subimos...

Ya se ve al fondo la pedrera por la que tenemos que subir.

Subiendo la empinada pedrera. 



Por fin tocamos la roca del espolón y vemos la primera grapa. Nos ponemos el equipo y comenzamos la primera ferrata.





Comenzamos por una zona muy vertical y expuesta. No dispone de muchas grapas, y hay que ayudarse durante el ascenso de los agarres naturales y de la cadena que en ocasiones va paralela a sirga. Aun así, tuvimos que ayudarnos en una ocasión de un nudo prúsik en la sirga.




Al cabo de un buen rato llegamos a la cresta, donde disfrutamos de unas magníficas vistas de los Pirineos con sus cumbres nevadas, Peña Oroel, el pantano de La Peña...



Comenzamos a caminar por la larga cresta que nos llevará a la cima de Peña Rueba. Está la mayoría equipada con sirga, pero aún así tiene unos pasos expuestos que hacen extremar la precaución.







Terminada la cresta, termina también la ferrata Varela Portillo. Llegamos a un sendero que nos lleva directamente a la cima, desde la cual disfrutamos de la amplia panorámica de los Mallos de Riglos, Sierra de Guara, Hoya de Huesca e incluso el Moncayo.






Al poco iniciamos el descenso a través de la ferrata de La Mora. Al principio está equipada únicamente con el cable de vida. Cuando se va volviendo más vertical, la equipación se completa con una larga cadena. 
La ferrata nos da la opción de subir al Mallo La Mora, y volverlo a bajar por el mismo sitio. Nosotros por cuestiones de reloj obviamos el desvío y continuamos el descenso, pero desde aquí recomiendo al lector que suba aunque va a disfrutar de las mismas vistas que en la cima de Peña Rueba.




Mallo La Mora

El descenso es también entretenido. A veces los destrepes son muy verticales y hay que ayudarse de los agarres naturales de la roca y de las ramas de bog.



Al final de la ferrata (o al principio si decides ascender por ésta), hay alguna grapa que nos facilita el descenso.




Tras un buen rato de descenso llegamos al sendero, que nos llevará de nuevo a la pista. Han pasado casi 6 horas desde que nos bajamos del coche hasta que llegamos de nuevo a él. 

Nos han gustado mucho las ferratas y, desde luego no son precisamente de iniciación para novatos. Están en un estado muy bueno de conservación, y por poner un "pero", lo pondría a las puntas de las sirgas que algunas están deshilachadas y pinchan. Hemos tenido suerte con la meteo y hemos disfrutado de unas vistas increíbles, amenizadas con el relajante vuelo de los buitres leonados que constantemente pasaban sobre nosotros.