lunes, 16 de julio de 2018

FERRATA DE MÜRREN


Sexto día en Alpes. Hoy haremos la vía ferrata de Mürren, una de las actividades que más ganas teníamos de hacer desde que entramos en Suiza, por su expectacular patio de 800 metros bajo nuestros pies.

Floren no ha dormido nada esta noche y nos dice que no viene, así que Luis, Kike y yo nos preparamos el equipo y subimos al coche.

Para llegar a Mürren sólo hay dos formas: una tomar un teleférico desde Lauterbrunnen hasta lo más alto del acantilado y posteriormente un tren, ó ir hasta Stechelberg coger un teleférico hasta Grimmelwald y de allí otro hasta Mürren. Elegimos la segunda opción y nos adentramos unos kilómetros en el valle hasta Stechelberg.



Mürren es una población preciosa. Desde aquí se pueden divisar tres de las montañas más famosas de Suiza: el Eiger, el Mönch y el Jungfrau. El turismo es muy popular en verano e invierno. Tiene una población de sólo 450 personas, pero una capacidad hotelera de 2.000 camas.





La ferrata consta de 450 clavijas y transcurren a lo largo de una interminable y expuesta pared de roca caliza. Esta vía cuenta con la peculiaridad de que transcurre por el borde del acantilado y en constante descenso al contrario de la mayoría de las vías ferratas, con lo cual la adrenalina se dispara, ya que al mirar hacia abajo para buscar con la vista la grapa inferior, no tienes más remedio que ver el vacío bajo nosotros. Va desde Mürren (1650 m) hasta Grimmelwald (1367 m).

Aparte de ésto, la vía no tiene grandes dificultades destacables, por lo que cualquier persona que no tenga vértigo o miedo a las alturas, la podría hacer sin problemas y disfrutar de estos gigantes de 4000 metros que nos rodean. Está catalogada como K-2.

La vía comienza a través de un túnel que es un preludio psicológico, ya que nos da la sensación de internarnos en una atracción de terror...

"Vamos hacia el más allá..."

Tras salir del túnel encontramos el cable de vida al que nos anclamos inmediatamente. La ruta avanza por un sendero de tierra y enseguida encontramos los primeros pasos con grapas que rodean grandes rocas. Esta parte no tiene dificultad alguna, pero las vistas ya son impresionantes...






Encontramos incluso un banco desde donde podemos disfrutar de las vistas mientras descansamos.



Hay un momento en el que nos adelantan dos personas. Se trata de hombres-pájaro, que aprovechan esta ferrata para acceder a una pequeña plataforma por la que saltan en paracaídas. Los seguimos y observamos cómo se ponen el traje y se preparan para saltar.




Y cuando están listos... ¡se lanzan!





A partir de aquí, la vía ya es aérea totalmente. Hasta Luis que es un ferratero y montañero experto se llega a poner nervioso en algún momento...





Una vez pasado este tramo, la vía se convierte de nuevo en sendero y nos encontramos una escalera por la que descenderemos.



La ferrata se construyó gracias a las donaciones de empresas y comercios locales, y cada dos por tres, nos encontramos con pequeñas placas con el nombre de la sociedad que financió cada tramo.



Al poco, llegamos a una tirolina de 60 metros que sólo es posible bajar por ella si vamos con un guía de la localidad. El camino alternativo es un puente nepalí de tres sirgas junto a una cascada.




En este punto estamos más o menos en el ecuador de la vía.

No paraban de pasar parapentistas junto a nosotros

Continuamos descenciendo a través de clavijas, tras las cuales alcanzamos unos tramos de escaleras que bajaremos para aproximarnos poco a poco a una cascada.






Nos volvemos a adentrar en el bosque. En esta parte, el sendero se ensancha y nos soltamos de la guía para tomar algo de fruta a la sombra. Continuamos caminando tras el descanso por la arboleda, hasta llegar a otro puente de tres sirgas más grande que el anterior, que cruza por una cascada con agua.



Continua la ferrata esta vez en ascenso, hasta llegar a la parte estrella del recorrido: un enorme puente de 80 metros no apto para cardíacos, porque se mueve que da gusto...








La vía termina prácticamente tras pasar el puente, en la localidad de Grimmelwald, donde nos tomamos unas merecidas cervezas en una magnífica terraza...





Tras las cervezas y después de comer algo del embutido que llevábamos, volvimos a tomar el teleférico que nos llevaría hasta Stechelberg, donde tenemos aparcado el coche.

Esperando al teléferico.


Bajando a Stechelberg








6 comentarios:

  1. Impresionante ferrata, da vertigo con solo ver las fotos......
    Y ese puente Tibetanoooooo!!!! Kikeeeeeeeeee que te faltaban manos para agarrarte maño mio!!!
    Enhorabuena a los dos!!

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    1. Ya te digo... no sé cómo pude hacer algunas fotos...
      Gracias por comentar. Besos.

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  2. Hola Tomas.

    Muy curiosa que la ferrata sea en bajada sin duda, eso y el patio ponen la diffultad.

    Otra vía ferrata que también me llamo en su día la atención, fue la francesa de Thaurac, que se desarrolla por el interior de una cueva.

    Un saludo

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    1. Gracias por el apunte, Eduardo. Tomo nota por si un día voy por allí.
      Un saludo.

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  3. Qué horror, menuda altura!!! Seguro que sólo es una k2???
    Yo he hecho k5 y no se si me metería en esa.
    Salu2

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    1. Jajaja... Sí, es K2, al menos eso creo haber leído...
      La dificultad de una ferrata se mide por aspectos atléticos, psicológicos, equipamiento y terreno. El equipamiento y el terreno son perfectos. El aspecto atlético es normal, no hay ni un paso desplomado. Ahora el aspecto psicológico sí que es de K6.
      Un saludo!

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