Segundo día en Alpes. Hemos dormido en el Refuge de Tré-la-Tête, y hoy volveremos a bajar a Les Contamines. Somos prácticamente los últimos en despertarnos y en ir a desayunar.
Tras hacer las mochilas y abonar el alojamiento (sin descuentos por federado al ser un refugio privado), decidimos hacer el descenso por un camino diferente al de subida. Salimos a las 9:00.
Dejando atrás el refugio |
La ruta elegida se llama Chemin Bernard. No tenemos unas vistas tan impresionantes y el camino es más largo, pero mis rodillas sufrirán menos al ser más suave.
Luis y Kike llevan un ritmo más fuerte y se adelantan enseguida. Cogerán el coche y pasarán a buscarnos a Floren y a mí en el parking Le Cugnon.
"Nos vemos abajooo" |
El sendero es muy tranquilo y la temperatura ideal para caminar.
Cuando llegamos al parking nos sentamos en un banco, y a los cinco minutos pasan Luis y Kike con el coche a recogernos.
Volvemos a Les Contamines y vamos en busca del hotel La Gelinote, donde tenemos reservada una habitación para los cuatro.
Llegamos al hotel, pero parece que no hay nadie para atendernos en recepción, así que nos acomodamos en el jardín donde Floren y yo casi nos quedamos dormidos...
Al cabo de un buen rato, por fin aparece alguien y nos da habitación. Nuestro cuarto tiene dos camas individuales y una litera, cuarto de baño y un balcón grande desde el que divisaríamos el Mont-Blanc si estuviese despejado.
Después de una buena ducha, volvemos al coche y nos dirigimos a Chamonix, y en menos de 40 minutos llegamos.
Es tarde y por aquí los franceses comen muy pronto, así que sin perder el tiempo vamos directamente a la búsqueda de restaurante antes de hacer turismo.
Después de comer en un chino unas pizzas no muy buenas pero baratas (no así las bebidas, que fueron bien caras), comenzamos a recorrer Chamonix.
Hacía mucho tiempo que deseaba ver Chamonix. Y no me decepcionó. Se respira ambiente montañero por todas partes. El 99% de los himalayistas han estado alguna vez aquí. Hay decenas de tiendas de deporte especializadas en esquí y montaña, aparte de encantadoras cafeterías con terraza y wifi, y tiendas de souvenirs.
Hace meses, cuando comenzamos a preparar estas vacaciones, Floren nos preguntó a cada uno qué es lo que más nos apetecía hacer para empezar a esbozar una ruta, y esta fue mi respuesta: "Me da igual los cuatromiles y las ferratas que hagamos, pero quiero ver el Mont-Blanc, el Cervino y el Eiger, y quiero visitar Zermatt y Chamonix y hacerme una foto bajo la estatua de Balmat y Packard". Y de momento estoy cumpliendo mis deseos...
Luis y yo imitando a los de bronce: "Esa es la cima del Mont-Blanc" "¿Todo eso hay que subir?" |
Balmat (el que apunta con el dedo a la cima) había adquirido sus conocimientos de montaña trabajando como cazador de rebecos antes de convertirse en uno de los pioneros que se lanzaron a la conquista del Mont-Blanc; su motivación provino de la promesa de una fuerte recompensa realizada en 1760 por Horace-Benedict de Saussure, un aristócrata naturalista y geólogo suizo. Balmat llevó a cabo un primer intento fallido de manera solitaria a principios de julio 1786, y supo a su regreso que cinco guías habían partido hacia la cumbre. Al llegar, salió de nuevo casi de inmediato con el fin de alcanzarlos en Les Grands Mulets. Cerca de la cumbre sus compañeros se dieron por vencidos, por lo que decide continuar sólo y después de armar un campamento improvisado, desciende también, pero ahora estaba convencido de que la cumbre del Mont-Blanc y la recompensa podrían alcanzarse si encontraba un compañero. Para su tercer intento, Balmat se une a Packard, un médico de Chamonix y buen escalador que ya había participado en varios intentos. Los dos hombres parten en silencio el 7 de agosto y después de acampar, se lanzan a alcanzar la cumbre el 8 de agosto al amanecer, sin piquetas ni crampones, siguiendo una ruta peligrosa que sería abandonada en 1820. Clavaron un bastón en la cima con una bufanda roja atada ondeando al viento y emprendieron un descenso que fue largo y penoso, sobretodo para Packard que se había quedado casi ciego por el resplandor de la nieve. Le faltaron las gafas de sol que se inventarían un siglo más tarde. Posteriormente, Balmat viaja a Ginebra con el fin de informar a Saussure de su éxito, con quien volvería a hacer cima un año después.
Misma estatua desde atrás. Si estuviera despejado se podría ver que el dedo de Balmat apunta a la cumbre del Mont-Blanc. |
Si Chamonix está lleno de turistas y montañeros en verano, en invierno lo está de esquiadores. De hecho, fue la primera localidad en organizar unos Juegos Olímpicos de Invierno, en 1924.
Nos enteramos que el teleférico de L'Aiguille du Midi que te lleva desde los 1.030 metros de Chamonix hasta los 3.842, estaba cerrado hasta el 7 de julio, lo cual nos dejó un poco chafados ya que era una de las actividades que pretendíamos hacer...
Tras "turistear" toda la tarde y algunas compras, regresamos a Les Contamines.
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