Acabo de volver a ver Pura Vida, the ridge: en la cara sur del Annapurna, a 7.400 metros, Iñaki Ochoa de Olza se está muriendo. Su compañero de cordada da la alarma. Y, desde el otro lado del mundo, el mayor intento de rescate en la historia de la cordillera del Himalaya se pone en marcha: Entre el 19 y 23 de mayo de 2008 en el Himalaya una suma de hechos y de voluntades forjaron una historia sin precedentes, ejemplo de la valía personal de un grupo de alpinistas de diez nacionalidades diferentes que no dudaron ni un instante en jugarse la vida por un amigo. Prescindiendo de cualquier razonamiento, se lanzaron sobre los lomos de la montaña de 8.091 metros, elevando el valor de la amistad hasta su máxima expresión al intentar sacar a Iñaki de aquella tienda en las peores condiciones que la montaña les podía ofrecer. A su vez, desde Pamplona, su familia y amigos más íntimos vivieron igualmente las horas más intensas coordinando las labores de rescate minuto a minuto y maniobrando al más alto nivel que les fue posible, empujando también desde casa. Conectados con el campo base del Annapurna, Nancy Morin, la novia de Iñaki, informaba a Pamplona de todos los detalles del operativo de rescate. Había que sacar a Iñaki vivo de aquella montaña... pero no fue posible.
Movilizar a semejante equipo al grito de "Iñaki está en peligro" no es fácil. Detrás del nombre del alpinista, hay una persona con carisma, honesta, sincera y solidaria. Una persona muy querida por aquellos que tuvieron la suerte de conocerle.
Iñaki Ochoa de Olza Seguin, nació en Pamplona el 29 de mayo de 1967. Protagonizó multitud de expediciones al Himalaya escalando 12 de las 14 montañas más altas del mundo a lo largo de dichas expediciones, y se convirtió en uno de los mejores alpinistas de su tiempo, comprometido con la montaña, riguroso en su estilo y tan sólido en su manera de escalar como su propia filosofía acerca de cómo abordar los ochomiles.
Iñaki Ochoa de Olza |
Iñaki deseaba devolver a los niños más pobres, huérfanos y necesitados de los países con montes de más de 8.000 metros, parte de lo que él había recibido. De esta manera, empezó a recaudar fondos con tres objetivos: construir un orfanato en Katmandú, un hospital infantil en el norte de Pakistán y una escuela en Dharamsala (India), sede de buena parte del exilio tibetano. Así lo manifestó tanto por escrito como en conferencias y entrevistas desde al menos el año 2006, un par de años antes de morir.
Su fallecimiento interrumpió este proyecto. Pero su familia y amigos, con la puesta en marcha de la Fundación Iñaki Ochoa de Olza - SOS Himalaya, ha tomado el relevo y el reinicio de este sueño.
La Fundación, está ayudando a cientos de niños a alejarse de la miseria y a construir su propio futuro gracias a la edificación de escuelas en regiones remotas, a los pies de esas montañas que atraparon la imaginación de Iñaki.
Hasta el momento y desde 2008, todos los ingresos de SOS Himalaya proceden de donaciones privadas, venta de camisetas, beneficios por los libros o charlas y conferencias. No reciben subvenciones públicas.
La Fundación necesita más que nunca apoyo y colaboración de todas las personas anónimas que buscan hacer de este mundo un sitio mejor para todos. Con su próximo proyecto pretenden construir un orfanato en Katmandú, capital de Nepal, para cubrir las necesidades de tantos niños que viven en sus calles, aquejados de falta de medios, educación y un tradicional sistema social que impide que se asomen a un destino más allá de la supervivencia. Para ello solicitan ayuda para encontrar financiación, algo en lo que todos podemos colaborar siguiendo la información de su página web.
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