lunes, 15 de octubre de 2012

BAUTISMO FERRATERO


Hace un año con mi amigo Agus, intentamos que mi hermana subiera la ferrata del Espolón de la Virgen, en Rodellar, pero en esa ocasión, el pánico se apoderó de ella y tuvo que abandonar cuando flanqueó hacia la izquierda e iba a comenzar el espolón, que es sumamente aéreo y vertical. Descendió por la propia ferrata.
Ella se quedó con el gusanillo de realizar una ferrata, y yo con que la hiciera. Así, que casi un año después la convencí, y aprovechando que había venido de Madrid a pasar en Zaragoza el puente del Pilar, mi hermana (también Pilar) y yo, nos encaminamos hacia Riglos para realizar la Cubilillo os Fils.
Riglos estaba abarrotado de gente. Había visto en ocasines Guardia Civil, pero practicando escalada, nunca dirigiendo el tráfico, y es que todos los aparcamientos, incluyendo el de los autobuses estaban abarrotados de vehículos. Así, que subimos con el coche hasta las tapias del cementerio para aparcar (y de paso, nos ahorrábamos 15 minutos de trekking).
Cogimos las mochilas y empezamos a caminar buen rato hasta el pie de la ferrata.

De camino hacia la ferrata, con un magnífico día
Aunque en el libro de ferratas que tengo ponen a la de Rodellar de nivel 2 sobre 5, y la de Riglos de nivel 3, la elegí porque es menos expuesta, aunque tiene tramos muy verticales e incluso un paso desplomado, pero también dispone de una vía de escape y varias terrazas donde descansar. En realidad, la dificultad de la vía es que se hace subiendo por clavijas en vez de las cómodas grapas.
Tras una marcha de casi una hora, llegamos a la ferrata y nos pusimos el equipo.

Pilar, con una sonrisa nerviosa antes de comenzar...

Comenzamos la ascensión. Tras las explicaciones pertinentes de seguridad, me quedé detrás de ella para aconsejarle como colocar los pies en según que tramos. A partir de aquí, y salvo algún que otro momento de nervios, todo salió genial.







En una repisa, descansamos para beber agua.





Y por fin, tras otro buen rato de subida, llegamos al mirador de los buitres.





A partir de aquí, iniciamos un divertido descenso. Siguiendo las líneas amarillas, tomamos un pequeño sendero que descendía con mucha pendiente. Pasamos por detrás de la Peña Don Justo asegurándonos en algunos tramos, cruzamos un pequeño puente nepalí y bajamos por una escala de hierro descendiendo hasta el camino de nuevo.



 







Finalmente, reemprendimos camino hacia el pueblo.


"Hasta ahí arriba he subido..."


Una vez llegamos al cementerio, cogimos el coche y nos tomamos un capricho en el Refugio de Riglos (que ya eran las 5 de la tarde y no habíamos comido...).




Enhorabuena Pilar, ya estás en este mundo "ferratero"...

"Yujuuuuuuuu...!!!"





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