No podría ser de otra manera. Por darme tantas satisfacciones y por aguantarme un fin de semana sí y otro también, mi primera entrada tras la presentación en el blog, se la tenía que dedicar a este paraíso de escaladores, senderistas y amantes de la naturaleza.
Riglos está situado a 45 km al Noroeste de Huesca, en la carretera A.132 entre Ayerbe y Murillo de Gállego. Las formaciones geológicas de impresionante tamaño, con paredes de hasta 300 m. de alto que hacen tan característica a esta pequeña población, se denominan mallos.
Este tipo de relieve formado de conglomerados rojizos, son debidos a la erosión desde el final de la era Terciaria, Mioceno, Plioceno y principios del Cuaternario. Durante estas épocas, la Depresión del Ebro fue erosionada brutalmente, salvo en aquellas zonas en que los materiales eran más gruesos y duros, como es el caso de los Mallos de Riglos, así como los vecinos Mallos de Agüero o el Salto de Roldán, todos formados por sedimentos con cantos rodados de tamaño significativo, cementados por grava y arena.
Firé, el Puro, Pisón, Cuchillo, Visera, os Fils, Tornillo… a cualquier escalador que le leáis estos nombres, sabrá que se trata de los Mallos de Riglos. Sin duda hablamos de una de las mejores escuelas de escalada de Europa. Su descubrimiento al montañismo se debe a algunos viajeros como Charles Dembowski, José María Cuadrado, el Premio Novel aragonés Santiago Ramón y Cajal, y sobre todo Alphonse Lequeutre y Lucas Mallada, que ya en el siglo XIX llamaron la atención de los lectores de sus obras sobre la belleza de estas moles, influyendo decisivamente en las descripciones de pirineístas como Aymar de Saint-Saud.
Ya en el siglo XX, cabe destacar la contribución de Julio Soler Santaló quien publicó las primeras fotografías de los Mallos, publicitando de esta manera su existencia, lo que contribuyó de manera notable a la llegada de ciertos grupos de montañeros españoles y extranjeros que con poca fortuna intentaron conseguir alguna cima de estos monolitos.
Aunque a algunos mallos como la Visera, el Melchor Frechín, el Mallo del Agua, el Paredón de los Buitres o el Macizo d'os Fils se puede acceder caminando hasta su parte superior, en el resto de mallos es obligado escalar sus espectaculares paredes verticales para lograr coronar cima. Pero yo no escalo, y os aseguro que he disfrutado como un enano de sus kilómetros y kilómetros de caminos y senderos, así como de la ferrata “Cubilillo os Fils” que fue la que me inició en este deporte, y de la que ya hablaré en profundidad en una próxima entrada del blog.
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Rabadá y Navarro |
Muchas han sido las cordadas que han trepado por los mallos, algunas épicas como la formada por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro. Entre 1961 y 1963, estos dos aragoneses desvanecieron los grandes misterios de la escalada de su época. Ascendieron paredes consideradas imposibles a base de un terco tesón y unos rudimentarios materiales, hasta encumbrarse como los principales innovadores del deporte. En los tiempos oscuros de la posguerra, en los que quedaba todo por inventar, su estilo nació de la más remota intuición, su fuerza arrancaba desde la inventiva. Sin apenas medios establecieron un estilo de escalada futurista en la que el valor y la imaginación prevalecían sobre las dificultades. En los Alpes, la cara norte del Eiger era la pared maldita, rodeada de leyendas de los que allí habían perecido. Los dos kilómetros de altura de la Pared de la Muerte, eran el gran reto de la escalada alpina y varios equipos españoles se afanaban en ser los primeros en conquistarla. Rabadá y Navarro acometieron la escalada con su logística primitiva, espoleados por el rudo optimismo aragonés, hasta morir de agotamiento a trescientos metros de la cumbre. En Riglos, el club Montañeros de Aragón colocó una placa en su memoria.
Como curiosidad, os diré que el mallo el Puro, fue rebautizado (sin mucho éxito) por la primera cordada que hizo cima en 1953 formada por Manuel Bescós, Alberto Rabadá y Ángel López "Cintero", como mallo Francisco Franco.
En el pueblo de Riglos hay un albergue gestionado entre la Federación Aragonesa de Montaña y el club Montañeros de Aragón. Además de las 80 camas que dispone en habitaciones de 2, 6 y 8 personas, tienen material de alquiler y organizan actividades como los senderismos interpretativos. Por propia experiencia, os puedo asegurar que se come de maravilla y en abundancia. Tras las excursiones, acudo siempre a mi cita en la terraza del albergue con vistas a los mallos, con una jarra de cerveza fresquita. Para mí, este momento es media vida.
Con respecto a los trekking, voy comentaros dos de mis favoritos. Ambas excursiones son circulares:
- Vuelta a los Mallos de Riglos (unas 2,5 ó 3 horas)
- Riglos-Embalse de La Peña-Riglos (unas 6 horas)
VUELTA A LOS MALLOS DE RIGLOS
Cruzamos el pueblo y llegamos a los pies del Mallo Pisón, donde iniciamos un fuerte ascenso entre dicho mallo y el Firé hasta llegar a un collado que nos desvía hacia la Pardina de Escalete. Olvidamos el desvío y giramos a la derecha, continuando ascendiendo hasta llegar a una pradera y un refugio. En el borde de dicha pradera, está el mirador del Espinablo, desde el cual podemos admirar unas preciosas vistas de los mallos y del río Gállego. Tras cruzar la pradera, iniciamos el descenso junto al Mallo Colorado, y tras un buen rato perdiendo altura llegaremos a una era donde hay unos abrevaderos para el ganado. En este punto, nos juntamos con una gran pista (GR-1) y tomamos la dirección oeste que nos lleva de nuevo al pueblo.
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Vista desde el mirador de Espinablo |
RIGLOS - EMBALSE DE LA PEÑA - RIGLOS
A la salida del pueblo en dirección a los mallos, encontramos un cartel indicando la pardina de Cacabiello. Seguimos esta senda que va siempre paralela a las vías del tren, cruzándola en varias ocasiones. Así llegamos a la pardina de Cacabiello y tras pasar por debajo del tubo de la central hidroeléctrica, continuamos por una pista. Nuevamente se convierte en una senda que acaba junto a la presa del embalse de La Peña. Proseguimos por una larga pista que discurre siempre entre el embalse y las vías del ferrocarril hasta un paso a nivel sin barreras. Lo cruzamos y seguimos la pista hasta la magnífica Foz de Escalete. Una vez disfrutado de este paisaje, seguiremos por la pista hasta que nos encontremos otra que nos desvía hacia la pardina de Escalete. Seguimos por esta y tras pasar la pardina empezaremos una suave ascensión que nos llevará a un bosque de encinas y siguiendo en ascensión llegamos a la zona más alta del recorrido. Las vistas desde este punto del río Gállego y los Mallos de Agüero son magníficas. Siempre siguiendo el sendero marcado por las líneas amarillas y blancas llegaremos a la última parte del recorrido donde podremos disfrutar de las vistas de las paredes norte de los Mallos de Riglos. De allí, en fuerte descenso llegamos al pueblo. Por cierto, una pardina se llama en Aragón, a una casa aislada en un terreno rústico.
Más info sobre esta ruta.
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Embalse de La Peña
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