jueves, 5 de julio de 2018

ZERMATT Y ASCENSIÓN AL BREITHORN


Cuarto día en Alpes. Nos levantamos pronto, y tras desayunar en la habitación unos zumos y algo de bollería que teníamos nosotros (el desayuno en el hotel era carísimo...), nos preparamos la mochila con todo lo necesario para ascender al Breithorn, de 4.164 metros . 

Cogemos el coche y tras una hora y veinte minutos, llegamos a Täsch. Damos vueltas y vueltas a la población en busca de un aparcamiento gratuito, y tras desistir dejamos el vehículo en el parking subterráneo de la estación de trenes y autobuses. Allí mismo junto al coche, nos ponemos los pantalones de alta montaña y subimos a por los billetes de tren que nos llevarán a Zermatt.

Esperando al tren.

En la estación me doy cuenta que estamos rodeados de turistas y somos los únicos montañeros que están esperando al tren, lo cual se me hace extraño porque este tren, es la única manera de llegar a Zermatt. Floren me dice que es tarde, y que los montañeros hace un par de horas que han subido.

Los cuatro en el tren.

En pocos minutos llegamos. Zermatt es una localidad encantadora, y como el cielo estaba despejado, podíamos ver el Cervino casi desde cualquier lugar. Para mí, la montaña más bonita del mundo.





Tenemos que coger el teleférico y eso está en la parte más alta del pueblo, así que prácticamente lo recorremos entero.





Por fin llegamos a la base del teleférico, y tras sacar los billetes (¡90€ por persona!), nos ponemos en la cola. Hay que hacer tres transbordos hasta llegar a nuestro destino: la estación Klein-Matterhorn.





En el último teleférico, charlamos con un veterano montañero de Aranda de Duero que está de vacaciones con su familia, y nos explica por dónde hemos de ir para subir a la cumbre del Breithorn.


Cima del Breithorn.

Por fin llegamos a la estación Klein-Matterhorn. Estamos a 3.820 metros, osea que hemos subido desde Zermmat 2.200 metros en teleférico. Atravesamos el túnel y mientras los turistas se hacen fotos, nos ponemos a caminar hacia abajo paralelos al telesquí. 
Son las 11:30 de la mañana, el sol aprieta y la nieve está blanda. Es muy tarde. Para colmo, el último teleférico de bajada es a las 16:30,  y no contábamos con eso. No me extraña que no nos encontráramos montañeros: todos están cerca de la cima o bajando de ella...


Dejando atrás la estación Klein-Matterhorn.

Iniciando el descenso.

Continuamos descendiendo unos 200 metros hasta el collado delante del plató del Breithorn. Aquí hacemos una parada para ponernos los crampones, el arnés y sacar el piolet. Yo aprovecho y me preparo ya hasta las gafas de ventisca que se espera cerca de la cima por no volver a parar y quitarme la mochila de nuevo.







Cuando me agacho a ponerme los crampones, tengo una sensación de mareo. No sé si es porque el teleférico nos ha subido 2.200 metros muy rápido, o que  hemos bajado muy deprisa al collado porque el tiempo nos apremia, o que no estoy acostumbrado a estar a esta altitud, o la suma de las tres cosas, pero el caso es que no me encuentro bien.

Comenzamos a ascender en dirección este hacia el collado Breithornpass, y me quedo a propósito el último para no frenar a mis compañeros.






La distancia entre mis compañeros y yo se hace cada vez más grande, y tienen que parar a esperarme.






Le pregunto a Floren a qué altura estamos y me dice que a 3880 metros. Son ya las 13:00. Eso significa que tendría que estar ya cerca de la cima en condiciones normales. Continúo subiendo un rato más y le grito a Luis que me vuelvo a la estación. Él intenta animarme pero ya lo he decidido: estoy subiendo muy lento y la bajada no espero hacerla más rápido por no forzar las rodillas, y perder el último teleférico sería un marrón muy grande.

Mis compañeros continúan hacia arriba y yo bajo en compañía de una pareja madrileña que me encuentro, y aprovecho a hacer fotos más tranquilamente.






Se me ocurre quitarme un segundo las gafas de sol, y me doy cuenta que el sol es cegador, así que me protejo toda la cara con los buff para que no me diera el reflejo de la nieve. Floren y Luis se llegaron a quemar a pesar de la crema solar y acabarían pelándose.





Llegué muy cansado pero por lo menos no estropeé el día a mis amigos, que disfrutaron como enanos de la ascensión.






Cuando están a 20 metros de llegar, la ventisca se hace más fuerte y Luis no lo ve claro, así que renuncia a la cima. Floren se queda con él y Kike corona en solitario y hace este vídeo:





Al cabo de buen rato, regresan mis compañeros. Tras charlar un rato, tomamos el ascensor de la estación y nos sube hasta las terrazas del Matterhorn glacier paradise, a 3.883 metros, desde donde tenemos unas vistas espectaculares.


El grupo con el banderín de la Teniente Pi que pensábamos ondear juntos en la cima.

Con el Breithorn al fondo.


A los 10 minutos de estar en la terraza, nos avisan que van a cerrar el ascensor y que el último teleférico va a salir en breves, así que bajamos rápido.






Una vez en Zermatt de nuevo, volvemos a hacia la estación de tren por un camino diferente al de ida para ver esta preciosa población que no me canso de fotografiar...










Cuando llegamos a Täsch nos cambiamos de ropa, y tomamos café en una terraza. De allí volvimos a nuestras casitas de madera de Vercorin a la ansiada ducha y sobre todo a cenar, que teníamos todos mucha hambre ya que no habíamos comido.










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