viernes, 1 de marzo de 2013

ASCENSION INVERNAL A LA MALICIOSA


Ganas tenía ya de acometer otra ascensión invernal. Y para esta ocasión, me traslado a la sierra madrileña para subir La Maliciosa en compañía de Pilar y Angel. No se trata de ningún 3.000, pero las nevadas y los fríos intensos de los últimos días, hacen que esta ascensión sea realmente atractiva y técnica, para que quitemos el polvo a los crampones y piolets.

Al fondo,  la cumbre de La Maliciosa.

La Maliciosa es una de las montañas más importantes y altas de la Sierra de Guadarrama (sierra perteneciente al Sistema Central), con una altitud de 2.227 metros sobre el nivel del mar. Está situada en el noroeste de la Comunidad de Madrid, alzándose entre La Pedriza, que queda al este, y el valle de la Barranca, que está en su vertiente oeste.
Tiene una prominencia de 153 metros, su perfil es inconfundible y sobresale notablemente en la Meseta Central. Esto hace que sea una de las montañas más vistosas y significativas de la Sierra de Guadarrama. Su cara sur es la más escarpada y en ella hay varios barrancos, praderas alpinas y pedreras. En las vertientes de La Maliciosa predominan los matorrales bajos de montaña, aunque existen zonas cubiertas de pinos silvestres. Gran parte de esta montaña está dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y en un futuro estará dentro del Parque Nacional de Guadarrama.



Originalmente, a este pico se le conocía como la «Montaña Maliciosa». Esto es debido a la dificultad que tiene su ascenso, excepto por su vertiente norte. Tiene una orografía bastante escarpada y hay un desnivel acumulado superior a los 1.100 metros. Más tarde, el nombre se abrevió y actualmente se la conoce como «La Maliciosa» o el «Pico de la Maliciosa». Esta montaña también es conocida como «La Monja» por su parecido a un tocado monjeril cuando está cubierta de nieve. El nombre de esta montaña se encuentra en el siglo XIV, y como la Maladeta en los Pirineos, La Maliciosa en la Sierra de Guadarrama es la maldecida, cuya roca siempre desolada y desnuda recibe los ataques del viento, hielo, agua y sol.

Después de "jugar al Tetris" para poder encajar en mi maleta todo el material invernal necesario para esta ascensión, el viernes a mediodía, cojo el autobús que me lleva hasta la Estación Sur de Madrid donde estarían esperándome mi hermana y Angel.
Tras un paseo por la capital y una opípara cena en casa de Pilar para celebrar el reencuentro, preparamos las mochilas ansiosos por partir hacia la montaña.
Nos despertamos pronto, y a las 7:30 ya estábamos en el coche rumbo a la sierra. Tras un breve desayuno a base de cafés con leche y croisants, aparcamos el vehículo en Mataelpino, e iniciamos la ascensión. Nos esperaban casi 1200 metros de desnivel positivo hasta la cima.

Angel y yo comenzando la marcha.
Angel no se encontraba precisamente en su mejor momento: arrastraba una fuerte gripe con fiebre incluida. Pero a pesar de nuestro desacuerdo por su salud (a pesar de ser madrileño de pura cepa, parece que ha sido contagiado de nuestra cabezonería aragonesa), eligió la ruta más dura para acometer la ascensión.

La línea roja marca el ascenso, y la azul el descenso.
Tras un buen rato del ritmo suave que marcaba Angel, hicimos la primera parada para ponernos las polainas.

Pilar ascendiendo por la dura pendiente. Al fondo, se puede divisar Mataelpino, donde dejamos el coche.
Unos cientos de metros más abriendo huella, y cerca del Peñotillo Alto (2.124 metros), hicimos otra parada para comer algo, colocarnos los crampones y pillar los piolets, pues la pala de nieve que nos iba a llevar hasta la cima estaba muy empinada y helada.

Con los pies preparados para enfrentarnos al cima.

El que subscribe, rodeado de espesa niebla, abriendo huella.

Pilar, siguiendo mis pasos con su pesada mochila.
Continuamos la lenta ascensión ayudados por los bastones y con los piolets preparados para frenar posibles caídas. Muy pocos metros de desnivel nos separaban ya de la cumbre.
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Y por fin... la cima.




Tras unos 15 minutos de descanso, iniciamos el descenso. Bajamos hacia el Collado de las Vacas, sitio por el que subió la mayoría de las personas que estaban en la cima ya que, aunque más largo de recorrido, la pendiente es mucho más suave.




Una vez en el Collado, bajamos por la Falda de La Maliciosa, hasta llegar al Arroyo de la Gargantilla (ya quisieran muchos ríos tener el cauce de este arroyo...). Lo cruzamos, y bajamos por el mismo camino que el de subida, a excepción de los últimos metros, que tomamos un desvío para llegar a Mataelpino por el Camino de Santiago.


Pilar y Angel, ondeando el banderín de la Sección de la Tte. Pi para celebrar esta magnífica jornada.