lunes, 16 de septiembre de 2013

TRAVESÍA CIRCULAR POR EL PIRINEO



Preciosa ruta la que realicé con mi amigo Santi. Fue hace ya algún tiempo, e inexplicablemente no la había reflejado todavía en el blog. La esbocé sobre un mapa con mi hermana en una terraza de Canfranc Estación a principios de agosto de no recuerdo que año y poco después la emprendí con ella, pero tuvimos que abandonar: al segundo día durante una bajada de dura pendiente, una de mis rodillas empezó a dolerme y no podía continuar.

Mucho tiempo más tarde, encontré el mapa sobre el que había hecho las anotaciones y le propuse a Santi realizarla. Coordinamos vacaciones y fijamos fechas. Este era el plan: salir de Canfranc Pueblo y seguir por la GR-11.1 hasta el refugio de Lizara; de allí, por la Senda de Camille hasta el Ibón de Estanés; continuar por la GR-11 hasta Candanchú, y volver a Canfranc Pueblo por el Camino de Santiago ó GR-65.3.

Una mañana de septiembre, tras dejar a mi hija en el cole a las 9 de la mañana, cargué el coche, fui a recoger a Santi a su casa, y pusimos rumbo al Valle del Aragón. Tomamos un bocadillo y unos refrescos en Villanúa, y continuamos hasta Canfranc Pueblo donde dejamos el vehículo. 

Era ya medio día cuando iniciamos la marcha. No teníamos prisa. La primera jornada era corta, a modo de calentamiento.


Cruzamos la carretera, y junto a un parkin está el desvío para tomar la GR-11.1. Subimos por los antiguos viveros en dirección a Gabardito.



Mi amigo Santi, en un descanso junto a la Fuente de los Abetazos, camino de Gabardito.


Tuvimos gran suerte con el tiempo: todos los días despejado y calor (demasiado calor para mi gusto...). 


Continuamos caminando hasta llegar a Gabardito. Me encanta este sitio. Una gran esplanada verde, con unos esporádicos arbustos que a principios de verano florecen, dando un precioso panorama digno de ser comparado con los mejores jardines.



Vistas desde Gabardito.


Continuamos la GR, y cruzamos el río, donde es frecuente ver a gente que inicia el descenso con neoprenos haciendo barrancos.


Al cabo de buen rato, llegamos a la Mallata del Lecherín Baxo, donde hay una fuente que alimenta a un abrevadero para ganado y un pequeño refugio. Ese sería nuestro primer campamento. 



Preparando todo para pasar la primera noche.

Tras plantar la tienda, cenamos magníficamente el pollo relleno que Santi había traído para esta esta jornada.



Santi preparando la cena junto a la caseta-refugio.

Al día siguiente, tras recoger la tienda y asearnos en la fuente, continuamos la marcha. Empezamos un duro ascenso, vigilados desde lo alto por unos buitres que esperaban nuestra caída, pero no les dimos ese placer...





La etapa de hoy era larga, y no descansamos hasta llegar al Refugio Militar López Huici. Un refugio no guardado, pero en muy buen estado con varias habitaciones provistas de literas con colchones. De hecho, aquí dormí con mi hermana en la anterior ocasión donde tuvimos que abandonar...



Al fondo, el Refugio Militar López Huici.


Tras rellenar las botellas de agua en una fuente cercana, descansamos dentro del refugio, firmando en el libro de visitas y tomando un tentempié.



Vistas desde la puerta del refugio.


La habitación donde mi hermana y yo pasamos noche hace tiempo...


Santi en la puerta del refugio.


Tras la pausa, continuamos la marcha por una pista hasta llegar al Collado de Rigüelo. Allí, y tras pasar una barrera, la GR se desvía a la derecha por una senda de fuerte bajada. Es en ese tramo donde me lesioné la rodilla en la anterior ocasión, así que fuimos muy despacio.


Bajamos hasta el valle de Aísa pasando por el Refugio de Rigüelo, y desde allí podíamos divisar varias cimas, entre ellas la del Aspe, de 2.640 metros.






Cruzamos el valle y volvimos a ascender siguiendo las indicaciones rojas y blancas de la GR.










Una vez ascendimos hasta el collado, volvimos a bajar en busca del Refugio de Lizara, meta de nuestra segunda jornada, donde podríamos ducharnos y pasar noche.



Al fondo, el Refugio de Lizara.

Los Refugios de Lizara y de Bujaruelo,  son los mejores que he estado en mi vida. El de Lizara es espacioso, cuenta con habitaciones con baño, muy limpio, los guardas son muy amables y las cenas y desayunos muy abundantes.










Al día siguiente proseguimos la ruta siguiendo la Senda de Camille. A unos 2 km, un desvío nos indica a la izquierda el ascenso al Bisaurín, y a la derecha el ibón de Estanés. Tomamos la derecha e iniciamos la subida por el Barranco de Oldecua. Varias personas con las que compartimos noche en el refugio, y que estaban realizando la Senda de Camille en sentido contrario, nos advirtieron del fuerte desnivel de este barranco, así que nos lo tomamos con tranqulidad.










Una vez llegamos a una caseta de forestales, el sendero empieza en suave descenso hasta la Plana Mistresa. A partir de allí continuamos hasta una gran planicie donde debería estar el Ibón Bello, pero estaba seco.



En este lugar, debería estar el Ibón Bello...


Continuamos por la Cantal de Escurez hasta el Ibón de Estanés, donde comimos. Estaba plagado de turistas, pero sobre las 6 de la tarde, se empezaron a marchar escalonadamente hasta que nos quedamos completamente solos. En ese momento, plantamos la tienda de campaña y un montón de caballos bajaron a abrevar.



Llegando entre niebla al Ibón de Estanés


"Haz fotos a los caballitos papi, hazles muchas fotos" me decía mi hija por teléfono cuando coseguí cobertura y le conté lo que estaba viendo...


Nuestra tienda montada junto al ibón.


Uno de los atardeceres más bonitos que he disfrutado en mi vida...


Al día siguiente, madrugamos para emprender la marcha. Continuamos la GR-11 camino de la estación de esquí de Candanchú.



Comenzando la jornada...
Poco a poco, el sendero se internaba en un bosque.
Llegando a Candanchú.


En Candanchú, nos tomamos una cerveza, y continuamos por el Camino de Santiago hasta llegar a Canfranc Estación. Allí pasamos noche en el Hotel Villa Anayet, el mismo sitio donde paso mis vacaciones estivales desde que era crío.



Vista del fuerte de Coll de Ladrones, llegando a Canfranc Estación
Hotel Villa Anayet.


Bien descansados tras la deseada ducha y la magnífica cena que nos dieron, nos dimos una vuelta por el pueblo visitando la centenaria estación de ferrocarril.



Estación Internacional de Canfranc.


Por la mañana, sólo nos quedaban unos 4 kilómetros de suave bajada hasta Canfranc Pueblo, donde teníamos el coche para regresar a Zaragoza...



Puente medieval de paso de peregrinos, en Canfranc Pueblo.