Me parece admirable como hay gente que, esquivando a esta terrible crisis económica que nos acecha desde hace años, se lo monta de tal manera que consigue realizar sus sueños. Este es el caso de Diego Celma: aprovechando sus aptitudes profesionales y unas becas, pudo acceder a montañas que para muchos alpinistas nunca pasarán del cuaderno de futuros proyectos.
Hacía tiempo que había oído hablar de él por Santi, un amigo común, y seguí de cerca sus correrías por el mundo a través de su blog. No hace mucho que tuve la suerte de conocerle en persona. Fue poco antes de empezar su conferencia "Aventura en India y Nepal". Y digo tuve suerte, porque la sala se llenó de gente y tuvieron que colgar el cartel de aforo completo.
Diego durante una de sus conferencias junto al 14 ochomilista Carlos Pauner |
Este maellano, es licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. A
“Diequito” (así es como le llaman sus amigos y conocidos), su pasión por el
montañismo no le viene de muy lejos y está enteramente relacionada con una beca que le concedieron en 2.010, que le permitió trabajar en el departamento de prensa de la embajada de España en Ecuador.
Quito sería su hogar durante 4 meses y, aprovechando la estancia, se curtió
con algunos de los picos más importantes de los Andes ecuatorianos. Diego se
propuso un reto, coronar el Cotopaxi, y lo plasmó de forma paulatina, llevándolo
un poco más lejos cada vez. Ruco Pichincha (de 4.696 metros) fue la primera gran montaña a
la que se acercó, seguido del Sincholagua (4.919) y del Cerro Corazón (4.790). La
casualidad no existe y en una de esas rutas entabló contacto con el grupo de
Andinismo ‘Nuevos Horizontes’, donde ha hecho amigos para toda la vida.
Con
dicha asociación seguiría progresando, y aprendió lo que es pasar una noche en
la montaña antes de coronar Ilinizas Norte (5.126). Llegó el turno por fin para la
expedición al Cotopaxi (5.897), un volcán en calma que no suele permitir su
ascensión en su primera visita, pero Diequito lo consiguió conociendo por
primera vez lo que es ponerse al límite de sus fuerzas. Los nervios y la
altitud le habían jugado una mala pasada y no le habían permitido dormir
aquella tarde, aunque finalmente, a las 8 de la mañana del 27 de junio de 2011 colocaba
la bandera de Maella (su pueblo natal) en la cima del techo volcánico del
mundo.
Su siguiente reto fue el Chimborazo (6.310), que para él tiene un valor
muy especial por convertirse en su primer fracaso (se quedó a 200 metros), pero también por ser la
primera vez que superó la cota de los 6.000. Diego tiene muy claro que
algún día volverá a Ecuador para coronar ese pico que se quedó en el tintero...
En la cima del Cotopaxi con el escudo de Maella |
Otra beca para la embajada de España en India en 2.012, dio a Diego la oportunidad de ir al Himalaya.
Desde Nueva Delhi organizó una expedición para subir el
Tharpu Chuli (5.663), en Nepal, pero nuevamente no pudo ser. Alcanzada la cota
de 4.500 metros, los desprendimientos de roca hacían inviable la subida sin
poner en riesgo su vida, así que se volvió con ese mal sabor de boca, pero con
la satisfacción de haber estado en el famoso campo base del Annapurna, donde
los más grandes del alpinismo han pasado noche alguna vez.
En el Himalaya |
Los
siguientes meses viviría en La India y la recorrería tanto como le fuera
posible. Viajó a Tailandia y regresó a la cordillera del Himalaya, aunque
esta vez en bicicleta.
500 kilómetros en 10 días desde Nueva Delhi hasta las
faldas del sagrado pico Nanda Devi. Conseguiría la hazaña a pesar de que su
intolerancia al gluten despertaría sobre el sillín...
500 km en bici por La India |
Diego escribe mensualmente en la sección El Viajero de El País y sigue actualizando su blog Historias de DieQuito, donde están recogidas sus aventuras en más de 400 artículos repletos de fotografías y un sinfín de vivencias.
Esperamos leer nuevas cimas conseguidas, y por qué no, compartirlas con él (¿¿¿me llevas al Toubkal, Diego???).