El año pasado, mi amigo Santi me comentó algo sobre una marcha popular nocturna de 63 kilómetros en La Rioja. Se trataba de la Valvanerada, pero ni estaba preparado ni me apetecía, así que decliné su invitación. Este año fui yo el que lo convencí para participar, y a Logroño que nos fuimos...
Cartel de la Valvanerada 2.013 |
La Valvanerada se realiza anualmente el último sábado de abril, entre Logroño y el Monasterio de Valvanera. Nació en 1.976 por iniciativa de la Asociación de Donantes de Sangre de La Rioja (ADONAR), para promocionar la donación de sangre.
Con el paso del tiempo se ha convertido en un importante acontecimiento, registrando cada año una participación de entre 1.000 y 2.500 personas de diferentes provincias, convirtiéndola en la mayor marcha de la comunidad.
Comenzó a realizarse en 1.976, inicialmente con la sola participación de miembros de la entonces denominada Hermandad Provincial de Donantes de Sangre de la Seguridad Social de Logroño, y con el objetivo de concienciar a la población de la importancia de la donación de sangre. El recorrido llevaba a los participantes a visitar a la Virgen de Valvanera, patrona de La Rioja.
En 1.977 se mantuvo la iniciativa con 17 personas. En 1.978 la participación subió a 75 personas y, aunque en 1.979 fue suspendida, en los cuatro años siguientes continuó aumentando hasta los 1.500 participantes de 1.983. En 1.984 volvió a ser suspendida, realizándose ininterumpidamente desde entonces hasta la actualidad. El máximo número de participantes se alcanzó en 1.994, con 2.550 personas.
Mi mochila con el dorsal 207 recién colocado |
Santi había realizado en cuatro ocasiones esta marcha, y en todas había conseguido terminar. Rellenamos juntos hace un mes la inscripción, me explicó que hay que hacerla en equipos de cinco o seis personas... pero sólo éramos dos.
- ¿Cómo llamamos al equipo? - me preguntó Santi-.
- Marboré, como tu tienda de deportes.
- No, La Runa Dorada, como tu libro.
- Ni tú ni yo, Teniente Pi, como el grupo de amigos con los que hago montaña.
- De acuerdo: Teniente Pi.
Y con ese nombre nos inscribimos, pero cual fue nuestra sorpresa, que tras recoger el sobre con el dorsal y las tarjetas donde nos sellarían en los controles, nos habían rebautizado como "Los Supermarios". Y es que nos habían metido en un grupo de tres personas de La Rioja.
Creía que nuestros compañeros serían unos adolescentes aficionados a los videojuegos, pero paseando entre los participantes que esperaban la salida, vimos a una pareja que empujaban un cochecito de bebé con nuestro mismo número de dorsal. Charlando con ellos, nos explicaron que hacían todos los años la Valvanerada (exepto la edición anterior por estar ella embarazada), y que este año la realizaban con su hijo hasta el primer control. El niño se llamaba Mario, y era un encanto sin parar de sonreir tras su chupete. De ahí nuestro nombre: Los Supermarios!
El equipo Supermario al completo |
El cochecito de Mario, listo para salir con su dorsal |
Junto a donde se entregaban los dorsales, había un puesto de una floristería que regalaba un clavel por participante para que pudiéramos ofrecerlo a Ntra Señora la Virgen de Valvanera, patrona de La Rioja, si conseguíamos acabar la prueba.
Un total de 1.502 personas, de las 1.555 inscritas, partimos en la tarde del sábado 27 desde la plaza del Ayuntamiento de Logroño. A las 8 en punto de la tarde se procedió al corte de la cinta de salida. Fue realizado por el alcalde de Baños de Río Tobía, y también estuvo presente el abad de Valvanera y la alcaldesa de la ciudad.
Santi en primer plano y yo (con los ojos cerrados...) momentos antes de salir |
Los participantes fuimos saliendo de la plaza de la Casa Consistorial cada cinco minutos, en una cifra de 250 en el orden que se habían inscrito. Nosotros salimos a las 20:20 horas. El comentario entre los que esperábamos la salida se centraba en el temor a las bajas temperaturas que la Agencia Estatal de Meteorología preveía para la noche del sábado al domingo en la comunidad autónoma y, sobre todo, en la sierra. El director de la Valvanerada y presidente de la Asociación de Donantes de Sangre de La Rioja, José Antonio Alvarez de Eulate, afirmó que un año más se cumplía con el propósito de “recordar a la sociedad riojana, en particular, y a la española en general, la necesidad de donar sangre para que a nadie nos falte cuando la necesitemos, y fomentar y promover la solidaridad entre benefactores y usuarios de los servicios sociosanitarios”.
Entre los "marchosos" que salimos de Logroño había representantes de 15 comunidades autónomas y de 62 municipios riojanos. De los inscritos, el mayor tenía una edad de 80 años y el más joven 8 meses, nuestro compañero Mario.
Caminando por las calles de Logroño |
Comenzamos a caminar rápido, ya que la organización exigía un ritmo mínimo de 5,70 km/hora, por lo menos hasta el 4º control en Baños de Tobía a 27,72 km de Logroño.
Y así caminando nos llegó la noche y encendimos nuestros frontales. Cada pocos metros, voluntarios de la Cruz Roja y Protección Civil aplaudían a nuestro paso y nos animaban a seguir.
A los 13,34 km llegamos a Navarrete y sellamos el primer control. Muchos acabaron allí su aventura, sobre todo niños. Nuestros compañeros, tras haber empujado el cochecito hasta allí, también se retiraron. Tras tomar un Acuarius que nos dieron en el avituallamiento, Santi y yo continuamos la marcha mientras nos comíamos un bocadillo de tortilla.
Navarrete |
En Nájera, la organización nos sirvió un caldo bien caliente que reconfortó nuestros cuerpos pues comenzaba a hacer bastante frío.
Y continuamos caminando hasta Tricio. En el frontón de la localidad, nos sellaron la tarjeta y unos niños repartieron manzanas. Llevábamos ya 27,72 km, y Santi me recomendó aprovechar la pausa para secarnos los pies y cambiarnos de calcetines para evitar ampollas.
En el frontón de Tricio, comiendo manzanas |
11,20 km después, y empezando a acumular el cansancio, llegamos hasta Baños de Río Tobía. Allí nos proporcionaron chocolatinas y frutos secos para continuar la marcha.
Desde ese momento el grupo comenzó a estirarse. Mirabas hacia delante y los caminantes que te precedían estaban a decenas de metros. Mirabas hacia atrás, y lo mismo. El cansancio y el sueño se acumulaban y empezaba a notar unos músculos en las piernas que ni siquiera sabía que existían. Ya lo dijo Diego Celma, compañero de Santi en la Valvanerada 2.012 que no pudo terminar, las fases por las que se pasa:
1.-Fase mental. Consta a su vez de varias fases:
- Fase inconsciente: aún no te enteras de que has empezado a andar. Se suele cantar, contar chistes...
- Fase inercial: aquí entra el entrenamiento en juego, y no sientes nada especial.
- Fase mental profunda: dejas de hablar con los demás, y ya te vas concentrando poco a poco, hasta que vas encontrando al Ser Profundo.
2.- Fase espiritual:
- Fase superficial: el Ser Profundo te susurra, pero estás en paz con él .
- Fase metaespiritual: aquí se suele experimentar el "segundo viento", te sueles acelerar inconscientemente, y comienzas a cantar de nuevo... himnos militares, jotas...
- Fase teraespiritual: al Ser Profundo se le comienzan a hinchar las narices, y comienzan a dolerte los abductores, los tríceps...
3.- Fase nirvánica, dividida en:
- Fase nirvánica simple: ya no sabes si tienes músculos o te han cortado las piernas, pero por alguna extraña razón te sigues moviendo.
- Gran Nirvana: comienzas a cantar Boney M (para comprender esta fase, leer la entrada del blog Tocando el Vacío).
- Gran y Profundo Nirvana: María de Valvanera te acompaña en tus pasos. Solo así se explica que sigas avanzando.
- Serenísimo y Profundo Gran Nirvana: Has llegado, y te han introducido en la boca el bocadillo de panceta a la brasa y tres vasos de Rioja, que está mejor que el maná.
Y continuamos caminando por la carretera. En mitad de las dos poblaciones, un "control fantasma" sella nuestras tarjetas y poco a poco llegamos a Anguiano. Allí, tras pasar el control, nos dieron un café con leche y un sobado típico de la localidad.
En Angiano, las ambulancias de la Cruz Roja ya comenzaban a recibir visitas. Llevábamos ya casi 50 km, y mucha gente abandonó allí.
Pero nosotros continuábamos, y rodeados de los preciosos paisajes de la sierra, empezó a amanecer. Nos quedaban sólo 14,63 km, y los cinco últimos eran de subida...
Los carteles de la carretera indicaban que ya faltaba menos... |
Comenzó a nevar débilmente, y yo estaba al límite de mis fuerzas. Así, que poco antes de comenzar la última subida, me tomé un "chute" de glucosa que mi hermana me había comprado para casos como este. Y funcionó.
Esta Cruz marca que has llegado al 50% de la última subida |
Al fondo, ya divisábamos por fin el monasterio, final de la Valvanerada |
Y por fin terminamos! Al llegar, mi amigo y yo nos abrazamos como si hubiéramos ascendido una gran montaña, y tras recibir la enhorabuena de la organización, entregamos las tarjetas que acreditaban que habíamos realizado el recorrido completo.
Santi y yo en el monasterio de Valvanera |
Ntra. Señora de Valvanera |
A los pies de la Virgen depositamos nuestros claveles y mucha gente también sus dorsales. Yo me guardé el mío como recuerdo... |
928 personas de las 1.502 que tomamos la salida llegamos al monasterio. Tras un bocadillo de panceta y un vaso de vino, cogimos el autobús de vuelta a Logroño.
Tras esta experiencia, sólo me quedan palabras de agradecimiento: a Santi en primer lugar, por haberme hablado de la Valvanerada, por acompañarme, por decirme en cada momento el paso que debía llevar y sobre todo por su amistad; a la organización: impecable, todo perfecto; y a los primos de Santi, por ofrecernos su domicilio y dejarme duchar en su casa de Logroño...