Llevo más de 30 años veraneando en la zona de Canfranc, y aunque desde niño había oído hablar de este sitio, nunca había estado... hasta el otro día.
Aparco el coche en el parking que hay junto a la carretera en Canfranc Pueblo, y enseguida comienzo a caminar por la senda que asciende por el propio aparcamiento hasta unas bordas camino de la pradera de Gabardito. Tras pasar los antiguos viveros, empiezo a zigzaguear por un tupido bosque que, más tarde se convierte en una aburrida y pedregosa pista sólo amenizada por la Fuente de los Abetazos.
Durante la ruta salvaré un desnivel positivo de más de 1000 metros.
Había cientos de Iris azules en plena floración. |
Una vez en Gabardito, continúo siguiendo las marcas rojas y blancas de la GR-11.1. Giro a la derecha cruzando el Barranco Cambón y, al poco, me interno en un bosque.
El paisaje se abre. Estoy cerca de la Mallata del Lecherín Bajo, y unos simpáticos animales me dan la bienvenida.
Descanso un momento a comer algo de fruta y aprovecho para encender el GPS. A partir de aquí es nuevo para mí, aunque en breves me doy cuenta que el camino no tiene pérdida si seguimos las marcas verdes y blancas de la PR.
Comienzo a ascender y me encuentro con otro solitario montañero que hace la misma ruta que yo, y nos hacemos mutua compañía.
Al cabo de un buen rato de dura subida, llegamos a la Gruta Helada de Lecherines.
Bien abrigado pisando nieve en la boca de la gruta. |
No es la mejor época para visitar esta gruta, pues hasta mayo incluido, se pueden contemplar auténticas columnas de hielo que unen el techo y suelo de la cueva. Ahora sólo quedan algunos pequeños bloques que no hacen necesarios ni llevar crampones...
La cueva forma parte del Sistema de Lecherines, un complejo sistema de galerías y simas que es uno de los más importantes sistemas kársticos de España.
No estuvimos mucho rato dentro por el frío que hacía, y tras ponerme las rodilleras emprendimos el descenso.
En breves llegamos a la Mallata de Lecherín Bajo y nos despedimos. Yo me quedé a comer aquí, y mi desconocido compañero continuó bajando para hacerlo en Gabardito.
Tras el bocadillo, continúo el descenso. Además de numerosas marmotas, otro animal sale a saludarme. Si no llego a oírle silbar, la hubiera pisado; y ella... no se que me hubiera hecho.
Refugio forestal de Gabardito |
Tras un agradable paseo, llego de nuevo al coche y vuelta a Zaragoza.
Os adjunto un par de fotografías de otros blogs, para que veáis la diferencia de la gruta de hacer esta excursión en verano a hacerla en invierno:
Del blog El Pirineo de Jose |
Del blog Komando Kroqueta |