miércoles, 27 de mayo de 2015

CIRCULAR VALLE DE LA BARRANCA - BOLA DEL MUNDO


Sigo por Madrid, y hoy haremos un trekking por la Sierra de Guadarrama. Pilar, Angel y yo, madrugamos una mañana de sábado para poder aparcar en el parking que hay junto al hotel del Valle de la Barranca muy cerca del embalse, ya que esperamos mucha afluencia de vehículos.

Los tres, listos para comenzar la excursión.

Efectivamente, todos los aparcamientos estaban a tope. Tuvimos suerte y pudimos dejar el coche en el más cercano a la barrera que impide el paso a motor a la pista forestal. Nos calzamos las botas y ¡a caminar!

Estamos a 1.157 m. de altura y comenzamos entre bosque. En media hora de caminata a un paso tranquilo, hemos llegado hasta el Área Recreativa de Las Vueltas, justo a la altura del Parque de Aventuras en los Árboles de Pino a Pino. Quince minutos más de paseo por la pista nos llevan a la primera bifurcación del camino, una senda que, entre altos pinos, corta las zetas de la pista de tierra en dirección norte hasta alcanzar la Fuente de Mingo (o del Molinillo). Una parada rápida para refrescarnos y llenar las botellas, y a continuar.



Se continúa por la pista, en dirección noreste, y cuando la misma toma de nuevo orientación noroeste en dirección hacia las ruinas del Sanatorio del Guadarrama hay que desviarse por un sendero de pronunciada pendiente (PR-17) que asciende hacia Las Cabrillas. Es, probablemente, la zona más exigente del ascenso, transcurriendo en un principio bajo los pinos y, tras unos veinte minutos, alcanzando la ladera de la cuerda de Las Cabrillas, ya en la parte de brezo, al descubierto por el sendero de la tubería. 



De momento caminamos solos. Únicamente nos encontramos de frente con bicicletas que bajan temerosamente y nos obligan a apartarnos del camino. Supongo que el monte es de todos, y estos ciclistas tienen el mismo derecho que yo a circular por ahí, pero me jode cantidad tenerles que ceder el paso cuando, de toda la vida en la montaña, el que sube tiene preferencia sobre el que baja. Pilar y Angel también son ciclistas, y no solo no protestan sino que les saludan y les animan, y como yo soy de los de "donde fueres haz lo que vieres", pues continúo chino chano la ascensión sin decir ni "mu"...



La senda va dejando a la derecha la Garganta del Infierno hasta alcanzar el Collado Emburriaderos (1.859 m), desde donde divisamos la cuerda de Siete Picos, el puerto de Navacerrada y, al frente, la pista de cemento que asciende hacia La Bola del Mundo. Aquí hacemos una parada. 



Y ahí estamos disfrutando de las vistas mientras tomábamos un plátano, cuando de repente yo, que vivo a más de 300 km. de aquí y apenas conozco a media docena de madrileños, veo a una persona que me resulta familiar y... efectivamente: ¡es Nico! Menuda sorpresa. No lo veía desde que hicimos la ascensión invernal al Poset en el 2.012. 


Nico y Teresa (su pareja), habían subido desde el Puerto de Navacerrada e iban a La Maliciosa, así que compartimos buena parte del trekking con ellos.

Desde este punto hasta la Bola se salva un desnivel de unos 300 m, unos tres cuartos de hora de caminata, que se nos pasan volando charlando, recordando anécdotas de otros encuentros, poniéndonos al día, y haciendo un poco el ganso cada vez que encontrábamos un nevero...





Y por fin llegamos a La Bola del Mundo, o Alto de las Guarramillas. Esta montaña, está ubicada en el límite de las provincias de Madrid y Segovia. Tiene una altitud de 2.275 m con una prominencia de 103, y es la montaña más occidental del cordal montañoso de Cuerda Larga. 

Cima de la Bola del Mundo.

Muy cerca de la cumbre, en la cara este, está el Ventisquero de la Condesa, una zona con emanaciones de agua que constituye el nacimiento del río Manzanares, y donde se acumulan grandes espesores de nieve en invierno.

En la cima hay unas antenas, cuya función era la emisión de la señal de radio y televisión y su envío hacia las dos mesetas. 


Qué feas son las cimas con antenas, y más si hasta ellas llegan pistas asfaltadas o de cemento como esta... Lo bueno, es que estas tres grandes antenas están cubiertas por un aislamiento calefactado en forma de cohete para protegerlas del hielo, y esto hace que sean inconfundibles con el resto del paisaje y facilitan la orientación. Son visibles desde varios kilómetros a la redonda y constituyen la mayor peculiaridad de esta montaña. 

Nos recuerdan al cohete con el que Tintín y el Capitán Haddock llegaron a la Luna...




Estamos en la cota más alta del recorrido, y llevamos 1.120 m de desnivel positivo. Así que decidimos parar y aprovechamos para comer.


Desde donde comimos, podíamos divisar el punto de partida del trekking.

Tras el descanso y la comida, reanudamos la marcha por el PR-16. Bajaremos hasta el Collado del Piornal a 2.074 m. (punto A), y volveremos a subir por la misma PR hasta los 2.100 m. por donde iniciaremos el descenso (punto B). Siempre en dirección hacia La Maliciosa (punto C).




Al cabo del rato, llegamos al punto B. Aquí nos despedimos pues, Teresa y Nico continúan hacia La Maliciosa, y nosotros comenzamos un vertiginoso descenso. Previamente me pongo las rodilleras, descenderemos más de 600 metros en muy poco recorrido y no me las quiero jugar...








Poco a poco vamos dejando atrás el paisaje de alta montaña, se suaviza la pendiente y nos volvemos a internar en bosque de pinos hasta llegar a los pies del embalse.





Cruzamos el embalse por la presa, y en pocos minutos nos plantamos en el coche.






El cochinillo que al día siguiente nos comeríamos en Segovia, ya fue el colofón de un fin de semana magnífico.







miércoles, 20 de mayo de 2015

PATONES Y PONTÓN DE LA OLIVA


Nuevamente por Madrid. Hoy mi hermana tiene que trabajar, así que Angel me va a llevar a hacer alguna rutilla por ahí... Visitaremos Patones, y haremos un trekking por el Pontón de la Oliva.

Patones es un municipio situado al nordeste de la comunidad madrileña. Su población se reparte entre dos localidades: Patones de Arriba y Patones de Abajo. Dejamos el coche en Patones de Abajo (de escaso interés turístico, pues es relativamente nuevo, de los años 50-60 del s.XX) y nos vamos caminando hacia Patones de Arriba.

Precioso paseo entre Patones de Abajo y Patones de Arriba.
Mirando algunas de las numerosas cuevas que hay por el camino.

Dicen que durante la invasión musulmana de la Península, algunos cristianos consiguieron huir y refugiarse en estos agrestes paisajes, pudiendo salvar sus vidas, así como mantener sus creencias y costumbres. Y así nació Patones. Una localidad que llegó a tener su propio rey. El rey era una especie de alcalde-juez de Paz, que administraba justicia entre los vecinos. Se dice que cuando el rey Carlos III se dirigía  a estos personajes lo hacía refiriéndose al rey de los Patones.




En el siglo XIX también será importante para esta población la guerra de la Independencia que, según la leyenda no había afectado al pueblo. Debido a su situación había quedado oculto y no había sido visto por los franceses, con lo cual no fue invadido.





Tras pasear un buen rato por este precioso pueblo, volvemos caminando hacia Patones de Abajo, y de allí nos fuimos hacia el Pontón de la Oliva.

La mayor parte de la gente que va al Pontón lo hace para escalar, porque hay una pared en cortado fantástica para esto...



El trekking lo comenzamos siguiendo las marcas de la GR10 que salen junto a la presa, caminando por pasarelas que se utilizaron para la construcción, y que recuerdan un poco al paso construido en las paredes del desfiladero de los Gaitanes en El Chorro (Málaga), al que llaman Caminito del Rey.



La presa del Pontón de la Oliva se construyó a mediados del siglo XIX para embalsar el agua del río Lozoya. Tras los estudios de ingeniería, los planos y la construcción, resultó que todo el proyecto era inviable, porque la naturaleza calcárea del terreno provocaba que el agua se filtrase y no se embalsaba. Total, que la obra concluida quedó abandonada y, hacia 1882, fue sustituida por el embalse del Villar, unos 20 km aguas arriba. 

Gracias a ese error de la ingeniería, hoy podemos disfrutar de otro modo de ese espacio, y del río que atraviesa la pradera.




La temperatura es magnífica, y el sendero está plagado de flores, y de animales atraídos por ellas. Algunos de ellos gigantescos, como este lepidóptero:




El camino es muy suave. Apenas se nota desnivel.




Cuando consideramos que era hora de dar la vuelta, bajamos al río para cruzarlo y regresar por el otro lado.




Si el camino de ida ha sido precioso, el de vuelta todavía lo es más...




Y llegamos de nuevo al Pontón de la Oliva, que por cierto, forma parte del patrimonio histórico de la Sierra de Ayllón. 

A pesar de estar en un entorno tan idílico, esa roca tan oscura le da un aspecto siniestro, tenebroso... ¿No os recuerda un poco al Abismo de Helm, de El Señor de los Anillos? 













lunes, 11 de mayo de 2015

FERRATA AGUJAS DE LAS ALHAMBRAS


Hemos pasado noche en el refugio Rabadá y Navarro, y tras el desayuno nos ponemos en marcha. El plan de hoy es hacer la vía ferrata Agujas de las Alhambras.

Salimos a la A-23, y tomamos la salida Mora de Rubielos-Manzanera. Pasamos Manzanera por la A-1514 hacia Los Cerezos, desviándonos antes a la dcha. hacia Las Alhambras. Tras 6km dejamos a la derecha el acceso al pueblo y a unos 50 metros dejamos los coches a la izquierda junto al panel informativo de la ferrata.




Iniciamos la aproximación tomando la pista que sale junto al cartel indicador. A los pocos minutos caminando, cruzamos el río y la pista se convierte en una senda, que poco a poco va ganando terreno aterrazado.

Floren comenzando la aproximación a la ferrata.

Esta senda nos conduce a un paso que hay entre las agujas. Así que tomaremos un desvío a la izquierda, y tras dos terrazas más comenzaremos a divisar la sirga de seguridad.

En el panel informativo hemos leído que esta vía es de dificutad D, es decir, muy difícil según la antigua escala Hüsler (actualmente equivaldría a K-4). Así que Floren coge la cuerda, e incorporamos los "ochos" al equipo.

Comenzamos la vía. En este primer tramo no hay grapas, está equipado sólamente con la sirga de seguridad.



De momento es una vía de escalada de IIIº, y así continuaremos hasta llegar a las primeras grapas, precisamente cuando se vuelve más vertical.



Seguimos subiendo y dejamos a nuestra derecha un agujero natural en la roca de gran tamaño. Caprichos de la erosión...



Hemos llegado al filo del espolón y vuelven a desaparecer las grapas, así que a escalar de nuevo... 



Llegamos a una zona horizontal que flanquea a la derecha. Dispone de cadenas pasamanos, pero hemos de buscar pequeños resaltes en la roca para apoyar los pies.

Floren, que va de primero, observa la gran separación entre grapa y grapa del tramo que nos viene a continuación y no lo ve claro. Nos sujetamos a la pared con la tercera baga y nos dejamos colgar para deliberar mientras nuestros brazos descansan. Me propone abandonar rapelando. Desde mi posición no veo el tramo siguiente, así que tengo que confiar su criterio. No me resulta difícil. Además de buen amigo, Floren es un montañero muy experimentado.

Coge la cuerda de mi mochila y la lanza al vacío mientras me coloco el ocho. No vemos si llega al suelo, y le preguntamos a Alicia (la mujer de Flo, que está haciéndonos las fotos desde abajo). Nos dice que no. Faltan unos dos metros. Pues nada. A recoger de nuevo la cuerda y a "echarle pelotas" para continuar.






Por fin llegamos arriba, lo más alto de la Aguja. En realidad no era tan difícil como parecía. 




Una vez hemos descansado y disfrutado de las vistas, recorremos horizontalmente la repisa hasta el inicio del destrepe: grapas también separadas bastante unas de otras, hasta terminar la ferrata. 

Ha sido un recorrido corto, pero muy intenso.

Terminando la ferrata.