jueves, 26 de julio de 2018

INTERLAKEN - BERNA - GRENOBLE


Octavo día en Alpes. Hoy es día de despedidas. Regresamos a casa, pero como es una paliza de coche desde Lauterbrunnen a Valencia, lo haremos en dos jornadas, y de paso aprovechamos a hacer turismo.

Bajamos las mochilas y el resto de equipaje al coche y nos despedimos de nuestro amigo Hans y le damos las gracias. Éste nos regala una botella de licor. A Hans le gusta mucho España, de hecho la clave WiFi del hotel es el nombre de una de las islas que forman el archipiélago canario. Es un tipo peculiar pero muy majo. Si algún día vuelvo a Lauterbrunnen (espero que sí), sin duda me alojaré en el mismo hotel.

Arrancamos el coche, ponemos rumbo a Interlaken, y en apenas 20 minutos llegamos. Hay muy pocos kilómetros entre una población y otra.



El nombre de Interlaken viene de su posición geográfica entre los lagos de Thun y Brienz. Éste nombre fue adoptado en 1891, para sustituir su antiguo nombre: Aarmühle. Dada la popularidad del lugar entre visitantes provenientes de España y del mundo latino, su nombre en español Entrelagos también adquirió cierta divulgación en el ámbito turístico.







Se trata de una ciudad muy tranquila, llena de turistas. No paran de sobrevolarnos parapentistas que aterrizan en el parque.







Tras un café cogimos de nuevo el coche y nos dirigimos a Berna, localidad a la que llegamos en apenas una hora. Tras un rato dando vueltas en busca de un aparcamiento gratuito, comenzamos a visitar esta preciosa ciudad.

Nada más bajar del coche, y mientras pasamos por uno de los puentes que cruzan el río Aare hacia el meandro (que es la parte histórica de la ciudad), vemos unos osos que atraían los objetivos de las cámaras y móviles de numerosos turistas que cruzaban el mismo puente. 



De hecho, según leí, ha habido osos en este mismo lugar desde 1440. En 1191, el fundador de la ciudad prometió que le daría escudo y nombre según el primer animal que encontrara en la cacería en la que iba a tomar parte, y éste fue un oso (Bär en alemán).





Estuvimos buen rato paseando por sus anchas avenidas, rodeados de edificios no muy altos pero señoriales y bien conservados y con multitud de banderas y estatuas policromadas.






Los bajos de los edificios son porches con locales comerciales muy muy caros. Aquí el nivel de vida es muy elevado a juzgar por los vehículos de alta gama que veíamos circulando...





Comimos en un restaurante. No mucho por que alguno ya se había llenado de perritos calientes que vendían en carritos por la calle...



Tras algunas compras de última hora regresamos al coche. De allí partimos hacia Grenoble (Francia), a 310 km de Berna, donde llegamos tras tres horas y pico de carreteras y autovías. 

En Grenoble cenamos y dormimos en un hotel F1, una cadena hotelera muy popular en Francia de precio bastante económico.



Al día siguiente, y tras cerca de 1000 km, llegamos a Valencia. Yo dormí en casa de Luis en El Saler tal y como hice a la ida, y por la mañana tras almorzar con Luis y Floren por última vez estas vacaciones, cogí mi coche y regresé a Zaragoza.

Y poco más que contar. Sólo queda agradecer a mis "compis" de viaje poder haber compartido con ellos estas fantásticas vacaciones en Alpes: Gracias chicos, por la organización y la compañía, sois los mejores ¡Muak! (¿para cuándo la próxima?).

Os dejo un vídeo realizado por Luis, que resume perfectamente el viaje:









miércoles, 25 de julio de 2018

EIGER - LAUTERBRUNNEN



Séptimo día en Alpes. La intención de hoy era hacer parte del trekking del Eiger, una ruta que rodea a esta mítica montaña. Pero unas obras nos impidieron realizarla, ya que la ruta estaba cortada.

El Eiger es una montaña de 3970 m de altura de los Alpes berneses de Suiza, que forma parte del conjunto Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. Es el pico más oriental de la cadena que se extiende cruzando el Mönch (4099 m) y el Jungfrau (4158 m). 

El Eiger. Fotografía cogida de internet, ya que nosotros no llegamos a verlo por las nubes...

Nos levantamos pronto, y fuimos a la estación de Lauterbrunnen a coger un tren cremallera que nos llevará a Klein Scheidegg subiéndonos más de 1200 metros. El día amaneció muy nublado y fresco.

Tomamos el tren, y en apenas tres cuartos de hora llegamos a nuestro destino. El viaje fue una gozada con paisajes preciosos, e íbamos sentados en bancos de madera que, junto a un revisor que picaba los billetes como se hacía hace años en España, parecía que habíamos retrocedido en el tiempo.



Luis fotografiando el recorrido.

Llegamos a Klein Scheidegg, y hacía frío de verdad. Tanto, que decidimos tomarnos un café en el bar de la estación.

Estación de Kleine Scheidegg.

Kleine Scheidegg en realidad no es ninguna población, sino un puerto de montaña. Si bien alrededor de la estación de ferrocarril cremallera (construida a finales del siglo XIX) hay hoteles, bares y tiendas de souvenirs que viven de los montañeros en verano y esquiadores en invierno.

Después del café comenzamos a caminar pero la visibilidad era muy mala, pues para colmo había niebla.

"¿Es por aquí o es por allá?"

Continuamos caminando gracias al GPS de Kike que nos iba indicando el camino, muy bien abrigados.





En un momento del recorrido, Floren se desvía hacia una caseta que creía que eran servicios públicos, y al momento sale y nos llama para que la veamos. Se trata de una sala cuyo techo está lleno de cámaras fotográficas de todas las épocas lanzando flash constantemente, y contigua otra sala con una figura enorme del Eiger y un cuadro de mandos en el que puedes seleccionar las diferentes vías de escalada de su cara norte. Realmente fue muy curioso.





Seguimos la marcha y al cabo del rato, unas máquinas excavadoras nos impiden continuar. Unos operarios, nos indican que bajemos unos metros y nos dirijamos a la estación de tren de Eigergletscher. Estamos a 2320 metros de altura.

Una vez en la estación, tomamos un café para deliberar qué hacíamos, ya que la visibilidad era nula y el camino estaba cortado.

Llegando a la estación.

Estación de Eigergletscher.

Cartel que indicaba que el camino del tour del Eiger estaba cerrado.


Mientras estábamos en la cafetería comenzó a despejar un poco la niebla. Seguía muy nublado por arriba, pero se despejaba por abajo, así que decidimos volver a Lauterbrunnen caminando. Son 21 km, y 1600m de desnivel negativo y 300m de positivo.






Poco a poco nos acercábamos de nuevo a Kleine Scheidegg.







Una vez en Kleine Scheidegg, continuamos ruta hacia Lauterbrunnen. El paisaje era una pasada, y yo no me cansaba de hacer fotos...







Había momentos en que el sendero se convertía en pista. Pasamos por alguna casa de ganaderos e incluso encontrábamos bancos donde sentarnos a disfrutar de la vista: a ratos despejaba algo y pudimos disfrutar del Jungfrau (4158m), el Schneehorn (3408m) y el Silberhorn (3695m), pero el Eiger... no nos dejó verlo.







Sobre las 2 paramos a comer, y alguno hasta se echó la siesta. Seguimos sin ver el Eiger, y es una pena. Es una de las montañas que más me apetecía ver estas vacaciones junto al Mont Blanc y el Cervino. 

La cara norte del Eiger fue denominada la Pared de la Muerte, rodeada de leyendas de los que allí habían perecido, entre ellos la cordada aragonesa  formada por Rabadá y Navarro, que viajaron en agosto de 1963 para intentar conseguir la primera escalada española a esta gran pared.








A partir de aquí, la pendiente se hizo mucho más pronunciada.








Una vez en Lauterbrunnen, fuimos al supermercado del camping a por batidos de chocolate y galletas para el desayuno del día siguiente, y posteriormente a tomar una cerveza al pub.

Ha sido un día estupendo y hemos disfrutado del trekking a pesar de no ser el plan inicial. Pero mañana es nuestro último día en Alpes, y después de la ducha hay que empezar a preparar el petate porque dormiremos ya en Francia camino de España...