miércoles, 9 de octubre de 2013

ALTA RUTA DE LOS PERDIDOS (I)


Este recorrido circular que realicé con mis amigos Floren, Luis y Santi a principios de septiembre, da la vuelta al macizo de Monte Perdido y al Vignemale. Nos movimos por paisajes de vértigo, paredes calcáreas, glaciares y pedreras; con sol, lluvia y granizo; con calor y con  frío... todo para descubrir todas las caras de estos gigantes de reputación montañera, así como los valles que se despliegan a sus pies: Ordesa, Pineta, Añisclo, Bujaruelo y Ossoue. Una travesía dura, con etapas muy largas y desniveles acusados, pero valió la pena el esfuerzo...


La organización de La Alta Ruta de los Perdidos da la opción de realizarla de diferentes formas:
- Alta Ruta Express (3 días).
- Alta Ruta Trek (5 días).
- Alta Ruta Tour (7 días).

Nosotros elegimos la segunda. Por problemas de alojamiento en los refugios, la tuvimos que realizar al revés de como esta planeada, es decir: Bujaruelo, Oulettes de Gaube, Grange de Holle, Pineta, Góriz y Bujaruelo de nuevo.


Mapa de la ruta.



Quedamos en Cuarte de Huerva. Floren y Luis partieron de Valencia a las 8 de la mañana, y sobre las 11:30 llegaron a Cuarte. Allí dejaron su coche y cargamos todo el equipaje y material en el mío.

Ilusionados por el reencuentro y por la aventura que nos esperaba, emprendimos viaje hacia el norte. En Huesca, los valecianos querían visitar la tienda oulet que Barrabés tiene en un polígono industrial de esta ciudad. Tras varias preguntas a transeúntes logramos localizarla. Las compras fueron escasas...

Comimos en un restaurante de ese mismo polígono y continuamos rumbo a Torla. Llegamos relativamente pronto, así que aparcamos y estuvimos visitando las tiendas de deporte... y algún que otro bar.

Sobre las 6 de la tarde reemprendimos la marcha, y tras cruzar el Puente de los Navarros, giramos a la izquierda camino de San Nicolás de Bujaruelo. No sé si habían arreglado en camino, o fue la ilusión por realizar la ruta que nos esperaba, o quizás por la música que Santi puso en el equipo de música del coche, pero el caso, es que el recorrido me pareció mucho más suave, sin tantos baches que hace unos meses cuando vine hasta aquí con mi familia.

El Refugio de Bujaruelo está construido sobre las ruinas del antiguo hospital de peregrinos levantado por los Hospitaleros de San Juan en el siglo XII. Un precioso puente medieval de un sólo arco sobre el río Ara, y los restos de una ermita románica dan constancia del paso de peregrinos, mercaderes, pastores y montañeros desde tiempos inmemoriales.



San Nicolás de Bujaruelo.

Descargamos el coche y tras registrarnos nos dieron alojamiento. Nos asignaron una habitación para los cuatro formada por dos literas dobles y ¡cuarto de baño! Me encanta este refugio...

Faltaba todavía bastante tiempo hasta la hora de la cena, así que nos tomamos unas cervezas en la terraza para celebrar mi cumpleaños.

Brindando con amigos...


Tras la cena, las personas que emprendíamos la ruta fuimos convocados en un salón que tienen en la última planta para darnos unas explicaciones. La organización nos advirtió que se esperaba para los próximos días una gota fría que provocaría tormentas. Un numeroso grupo de andaluces comenzaban a la vez que nosotros, solo que en dirección contraria. No nos llegamos a cruzar, quizás abandonaron ante la mala climatología que nos esperaba...

El guarda del refugio explicando la ruta.

Nos dieron un plano del recorrido, una pequeña mochila, un buff y una camiseta conmemorativa de dicha ruta. También nos proporcionaron un carné donde deberíamos sellar en cada refugio donde pernoctáramos. Ya sólo quedó tiempo para tomar un café y enseguida nos fuimos a la cama.




ETAPA 1: BUJARUELO - OULETTES DE GAUBE
Distancia: 17,5 km   
Desnivel: +1.253m / -440m

Madrugamos, y tras el desayuno salimos del refugio y comenzamos la marcha. La ruta no está marcada como tal, pero Floren llevaba un GPS con los "tracs". Así, con esta ayuda junto al mapa que nos proporcionaron y el altímetro, sería difícil perdernos.

De izquierda a derecha: Santi, el que suscribe, Floren y Luis preparados para nuestra aventura...


Cruzamos el puente medieval, y tras girar a la izquierda, seguimos las señales rojas y blancas de la GR-11. La senda atraviesa unos pastizales de montaña y conecta enseguida con una pista forestal de suave ascenso. 

Al cabo de un rato llegamos al desvío del puente colgante del Burguil. Santi, Luis y yo fuimos a verlo, mientras Floren cuidaba de la mochilas.







El camino continúa aguas arriba entre hayas, cascadas, torrentes y angostas gargantas hasta el refugio de pastores del Vado. A partir de aquí, serían varios kilómetros próximos al río Ara, por praderas y bodejales.

Recordé con cariño este recorrido, cuando en 2.008 lo realicé con mi hermana (pero en sentido contrario) siguiendo la GR-11 desde Panticosa hasta Ordesa. Hasta reconocí el sitio donde plantamos las tiendas de campaña...



Valle del Ara.


Santi y Floren junto al refugio de Labaza.


Un alto en el camino.

Continuamos caminando hasta la confluencia del barranco de Batanes, donde se desvían las marcas rojas y blancas de la GR-11 camino de los Baños de Panticosa. Nosotros seguiríamos de frente, entre enormes amontonamientos de piedras desapareciendo el pastizal, hasta llegar a un circo.





A partir de aquí, comenzaba un fuerte ascenso en dirección al Puerto de los Mulos.



Subiendo el Puerto de los Mulos.
Arriba en el collado.


Una vez en el collado me puse las rodilleras al ver la fuerte bajada que nos esperaba a través de un pedregal. 



Una vez abajo, llegando al refugio (al fondo).

El Refugio de Oulettes de Gaube, aparentaba mejor por fuera que por dentro... Dispone 85 plazas en habitaciones de 20 con literas seguidas. La cena se servía a las 19:00 y no estuvo mal... pero lo mejor de todo, las cervecitas que nos tomamos en la terraza con vistas a la cara norte del macizo del Vignemale.



Santi y Luis descansando en la terraza-mirador con impresionantes vistas.
En la puerta del refugio, con el banderín de la Sección de la Tte. Pi.







ETAPA 2: OULETES DE GAUBE - BAYSSELLANCE - GRANGE DE HOLLE

Distancia: 20,7 km.
Desnivel: +696m / -1.352m

Amanece un frío día, y bien abrigados salimos tras desayunar dispuestos a afrontar nuestra segunda jornada.


Nada más comenzar, la ruta comienza en fuerte ascenso durante más de dos horas, hasta el collado que separa los valles de Gaube y Ossoue. El único atractivo de esta subida, es las vistas de las barreras de seracs acopladas en las ruinas de los viejos glaciares de Oulettes y del Petit Vignemale, un espectáculo único en la Cordillera Pirenaica.



Llegando por fin al collado.
Una vez en el collado, divisamos el Refugio de Bayssellance. Cuenta con 58 plazas, y aunque no llegamos a entrar, sí vimos que por fuera tiene una pinta estupenda. Sin duda una base perfecta para afrontar el ascenso al Petit Vignemale, de 3.032m.


Refugio de Bayssellance.

Tras un pequeño descanso, continuamos la marcha mientras Floren nos hablaba de Henry Russell, quien dedicó gran parte de su vida a escalar y divulgar el amor que sentía por las montañas, especialmente por el Vignemale. Allí llegó a excavar hasta siete grutas en diferentes altitudes del valle de Ossoue para habitar en ellas.



En la puerta de una de las cuevas de Russell.
Continuamos bajando divisando preciosas cascadas y cruzando grandes neveros que recuerdan lo generoso que fue el pasado invierno en cuanto a precipitaciones nivales.












Al fondo podemos divisar ya el agua de la presa de Ossoue. El valle se va abriendo y la bajada empieza a suavizarse. Aparte del numeroso ganado, observamos gran cantidad de marmotas.








Una vez llegados a la presa, desplegamos el mapa y vemos que se nos abren dos opciones: la primera continuar por la GR-10, y la otra, tomar la pista que llega hasta Gavarnie. Ambas nos llevan hasta el Refugio Grange de Holle, la meta del día. Conscientes de que la etapa que nos esperaba el día siguiente iba a ser muy dura, elegimos la segunda opción.

Tras caminar unos kilómetros por la pista, nos desviamos a la derecha y nos internamos en bosque hasta llegar al refugio.




Desvío hacia el refugio. Curiósamente, pasa por aquí también una de las rutas del Camino de Santiago.


Llegando al refugio.

Este refugio nos encantó. No es muy grande, pero está rodeado de un césped muy bien cuidado, es muy limpio y los guardas son encantadores. La habitación era amplia a pesar de las 7 plazas, pero sobre todo... ¡había agua caliente en la ducha!

Tomando la cervecita diaria en el jardín...


Interior del refugio.

Tras la ducha, nos entretuvimos leyendo y jugando esperando la hora de cenar.



Floren derrumbando la torre de maderitas... y perdiendo una ronda.


A las 19:30 se sirvió la cena, y compartimos mesa con un vasco y tres franceses muy majos que realizaban una travesía parecida a la nuestra. Volveríamos a coincidir con ellos en el Refugio de Góriz.