martes, 23 de agosto de 2016

FERRATA ROC D'ESQUERS


Tras pasar unos días de playa en Cullera, me uno a mis amigos valencianos que han alquilado un apartamento y organizado un finde ferratero en el Principado de Andorra. Y para allá que nos fuimos 8 personas y una perrita distribuidos en 3 coches.

Tras unas cuantas horas de viaje, nos reunimos todos y decidimos la primera ferrata que acometeríamos al día siguiente: la vía ferrata Roc d'Esquers.



Nos levantamos a las 7 de la mañana, y a las 8 salimos en 2 choches hacia la carretera que sube hacia el Lago d´Engolasters y junto al puente de la Plana giramos a la derecha aparcando los vehículos en pequeños huecos junto a la carretera.

Esta vía ferrata es de nivel K-3. Cuenta con un desplome, un puente tibetano, y largos pasos de cadena. No es muy complicada técnicamente, pero es larga de narices... de hecho, es la más larga de Andorra. 

El equipo completo preparado para afrontar la primera ferrata de Andorra: de izda. a drcha. Luis, Ana, Mª José, Floren, yo, José María, Nacho y agachado Pedro. Falta la perrita India que se quedó en el apartamento.


Desde donde dejamos los coches al pie de la ferrata, hay apenas 10 minutos de suave trekking. 

La ferrata de Roc d'Esquers combina la verticalidad propia de las vías ferratas con el senderismo de alta montaña. Es una buena vía para dedicarle un día completo, descubrir nuevos parajes tranquilamente y disfrutar de la naturaleza. Es muy vertical: recorre 350 metros de pared a la entrada del Valle del Madriu (declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO), y luego se puede continuar la ascensión hacia el cerro de Braibal (2.658 m) y el pico de les Agols (2.648 m).

Al pie de la vía.

Comenzamos a subir. Yo iba de primero. Me seguían Luis, Ana, Jose María, Nacho, Floren, Mª José y cerrando estaba Pedro vigilando los pasos de su mujer ya que era la segunda ferrata de ésta.

Foto de mis compañeros desde las primeras grapas.

La ferrata se inicia suavemente con largos pasos que nos suben por la ladera de la montaña, intercalados por pasos con cadenas en un continuo zig-zag. La subida es muy fácil pero agotadora, sin tregua.








La vía se hace un poco aburrida hasta llegar al último 1/4, cuando nos adentramos en una zona más boscosa y la ferrata aumenta en verticalidad. Las vistas se abren al valle y contemplamos Escaldes y Andorra la Vella, con Caldea en el centro.

Deberemos superar tres grandes muros de roca, a través de pasos atléticos, hasta llegar a una arista de la que sale un pequeño puente tibetano, sin ninguna dificultad. Subiremos otra pared vertical hasta la siguiente arista y a partir de aquí bajaremos ligeramente por la roca.




Cuando parece que ya está terminada y no quedan más grapas, la vía se interna en un pinar. Nos quedan por superar unos pequeños resaltes, quizá los más bonitos de todo el camino.






Según íbamos llegando arriba, nos hidratamos y comimos algo a la espera de que el último se reuniera con nosotros.




Llevábamos ya 2 horas de ferrata y cuando llegó el último, comenzamos lo que creíamos que era el camino de regreso... pero ¡sorpresa! Todavía nos quedaban 20 minutos de trekking cuesta arriba...

Cuando por fin llegamos al collado, emprendimos el descenso a través de una pedregosa senda.




Teníamos por delante 1,5 horas hasta los coches. El grupo se dividió en dos y Luis, Jose María, Ana y Nacho nos sacaron bastante ventaja a Floren, Pedro, Mª José y a mí. Llegó un momento en que el calor apretaba tanto, que los 4 últimos decidimos parar junto al río a refrescarnos y comer algo.




Se estaba tan bien, que decidimos disfrutar del momento y bajarnos a Andorra de compras mientras el resto se dirigía a otra ferrata...