(viene de IBON DE IP - MAYATA DEL LECHERIN BAJO)
Los tres pasamos una magnífica noche. Nos levantamos pronto y tras asearnos en el abrevadero y desayunar, recogimos las tiendas. Comenzábamos el tercer día de travesía, y sin duda ésta iba a ser la jornada más larga y más dura de las cinco.
Unos sarrios nos miraban curiosos como desmontábamos el campamento. |
Nada más colocarnos la mochilas, comenzamos a ascender en dura pendiente. Y más dura se le hizo a Fernando, que a mitad de cuesta se da cuenta que se había dejado la navaja en la zona donde habíamos acampado, y tuvo que volver a por ella...
Cuando parecía que el camino continuaba recto, unas señales de la GR-11 nos desvían a la izquierda llegando a un collado. A partir de aquí, y cuando parece que se suaviza un poco, volvemos a ascender hasta el Refugio Miltar López Huici, que ya teníamos a la vista.
Pilar, con el refugio al fondo. |
Muy cerca del refugio hay una fuente, y allí hicimos la primera pausa, comimos algo y rellenamos las botellas.
Al llegar al López Huici entramos dentro. Me alegró comprobar que seguía magníficamente conservado. Buscamos en el libro de firmas las que hicimos Santi y yo en la travesía del 2010 y las de Pilar y mía del 2009. Ese año, mi hermana y yo pasamos noche en este refugio.
Aprovechamos la parada para que Fernando, que ha demostrado ser un gran montañero, "jure fidelidad" al Banderín de la Sección de la Teniente Pi. La misma Teniente hace de madrina de la ceremonia...
Nuevo miembro oficial de la Sección. |
Continuamos la marcha hacia el Collado de Rigüelo, pero poco antes de llegar un gran nevero nos corta el camino. Yo lo cruzo sin problemas y les espero arriba colocándome las rodilleras para la dura bajada que nos esperaba. Mis compañeros deciden hacer un rodeo con el fin de evitarlo, pero al final se ven obligados a cruzar por él. Fernando, mientras lo cruza, pierde su botella de litro y medio de agua...
Fer cruzando el nevero. |
Comienza una dura bajada que yo siempre temo, pues fue aquí donde me lesioné una rodilla y tuve que abandonar la travesía en el 2009.
De momento comienza sin problemas, pero al poco el camino desaparece. El deshielo ha borrado la senda de fina grava y ha desaparecido cualquier resquicio horizontal donde apoyar el pie. Me aventuro y lo cruzo. Les aviso a mis compañeros que es menos arriesgado de lo que parece, pero no les convenzo: darán un pequeño rodeo y descenderán a través de grandes rocas hasta encontrar de nuevo el camino. Durante este tramo, mi hermana también pierde su botella de agua...
Problemas: Nos queda un litro de agua para los tres, y el calor empieza a pretar... Ya que el recorrido de hoy es todo abierto, sin un árbol que nos de sombra, a partir de aquí, en cuanto vemos un poco de agua llenamos nuestros estómagos del preciado líquido y volvemos a rellenar la única botella que nos queda.
Las vistas son preciosas...
Problemas: Nos queda un litro de agua para los tres, y el calor empieza a pretar... Ya que el recorrido de hoy es todo abierto, sin un árbol que nos de sombra, a partir de aquí, en cuanto vemos un poco de agua llenamos nuestros estómagos del preciado líquido y volvemos a rellenar la única botella que nos queda.
Las vistas son preciosas...
Continuamos el descenso hasta llegar a la Plana Nazapal. Aparte del agua, hemos tenido que hacer frecuentes paradas por los pies de Fernando, que sufre lo suyo en cada bajada. Justo antes de llegar, un enorme cartel de chapa nos indica GR-11 a la izquierda. Pero ha sido rallada la indicación y modificada hacia el norte. Aquí viene la pregunta: "¿Ha sido un gamberro, o por el contrario un montañero que se ha dado cuenta del error de la indicación y la ha corregido?". Optamos por pensar que un cartel "oficial" no puede estar equivocado. Craso error...
Llegamos a la Plana Nazapal, junto al Barranco de Igués. Hace rato que no vemos señales de la GR-11. Está claro que nos habíamos equivocado de camino.
Es ya la 1 de la tarde y el sol cae con fuerza. Las frecuentes paradas, la falta de agua y el error en la ruta han desmoralizado al equipo. Pero tenemos una opción: estamos en una zona muy plana, rodeados de verde césped y junto a un río de cristalinas aguas. Podíamos pasar perfectamente la noche aquí.
Nos quitamos las mochilas y, mientras Pilar y Fer descansaban, cogí únicamente la botella de agua y un bastón y me puse a buscar la senda que habíamos perdido.
Al cabo de más de una hora regresé. Les expliqué sobre el plano a mis compañeros de ruta dónde estábamos y dónde se encontraba el camino. Todavía quedaban algunas horas hasta llegar a Lizara, y más si continuábamos con el ritmo que habíamos llevado hasta ahora. La pregunta era: ¿continuamos o nos quedamos aquí? Habían tenido tiempo suficiente de descansar. Fernando incluso se bañó y afeitó. Así que decidimos continuar. El aliciente de la ducha y la cervecita de Lizara era demasiado fuerte...
Reanudamos la marcha al rededor de las 4 de la tarde. Primero fue en ascenso. Llaneamos por donde debería estar el ibón de Izagra (hace cinco años también estaba seco), y otra vez en ascenso hasta llegar al Cuello del Bozo.
En el collado descansamos un rato. Desde allí se veía a lo lejos el refugio. Fernando, al ver el largo descenso que se avecinaba, y consciente que llevaría un ritmo mucho más lento por sus pies, partió antes que el resto.
No tardamos mucho en alcanzarle, y continuamos la bajada los tres juntos despacio. A las 7:30 le dije a mi hermana que se adelantara para avisar en el refugio de nuestra llegada para que contaran con nosotros para la cena.
A las 8 en punto llegamos Fer y yo a Lizara. Nos asignaron para los tres una habitación de 8 plazas con cuarto de baño.
Me encanta este refugio. No me canso de decirlo: los refugios de Lizara y de Bujaruelo, son con diferencia los mejores que he estado. Y he dormido en unos cuantos... A parte de las instalaciones, mi criterio se basa en la amabilidad y simpatía de las personas que lo llevan.
Después de la ducha, dimos buena cuenta de la magnífica cena que Fer y yo regamos con un buen par de jarras de cerveza...
Reanudamos la marcha al rededor de las 4 de la tarde. Primero fue en ascenso. Llaneamos por donde debería estar el ibón de Izagra (hace cinco años también estaba seco), y otra vez en ascenso hasta llegar al Cuello del Bozo.
Aquí debería estar el ibón de Izagra. |
Desde el collado, podíamos divisar al fin el llano de Lizara y el refugio. |
En el collado descansamos un rato. Desde allí se veía a lo lejos el refugio. Fernando, al ver el largo descenso que se avecinaba, y consciente que llevaría un ritmo mucho más lento por sus pies, partió antes que el resto.
No tardamos mucho en alcanzarle, y continuamos la bajada los tres juntos despacio. A las 7:30 le dije a mi hermana que se adelantara para avisar en el refugio de nuestra llegada para que contaran con nosotros para la cena.
A las 8 en punto llegamos Fer y yo a Lizara. Nos asignaron para los tres una habitación de 8 plazas con cuarto de baño.
Refugio de Lizara. |
Me encanta este refugio. No me canso de decirlo: los refugios de Lizara y de Bujaruelo, son con diferencia los mejores que he estado. Y he dormido en unos cuantos... A parte de las instalaciones, mi criterio se basa en la amabilidad y simpatía de las personas que lo llevan.
Después de la ducha, dimos buena cuenta de la magnífica cena que Fer y yo regamos con un buen par de jarras de cerveza...