lunes, 19 de noviembre de 2012

FERRATA SANTA ELENA


Esta mañana de domingo tenía que madrugar sí o sí, pues mi hija salía con el grupo de montaña del cole y había que llevarla a coger el autobús antes de las 7:30.
Así, que aprovechando el madrugón y que mi hermana Pilar estaba en Zaragoza, cogimos los equipos y emprendimos rumbo hacia Biescas, a pesar de que el parte meteorológico no lo recomendaba.
Nuestro objetivo, ascender por la vía ferrata de Santa Elena hasta la ermita que lleva el mismo nombre.


Ermita de Santa Elena


Puede que la ferrata no sea gran cosa, pero también buscábamos una vía de baja dificultad para que la ascendiera mi hermana (recién incorporada a este deporte), y era lo suficientemente breve para realizarla y volver a casa a comer. Además, queríamos disfrutar de los maravillosos colores que el otoño nos ofrecía.


Precioso día y preciosa gama de colores otoñales.



Por la N-260 llegamos a Biescas, y apenas 3 km después en dirección Formigal, encontramos el desvío de la ermita y allí mismo aparcamos el coche.
Menos mal que no hicimos caso al "hombre del tiempo", pues anunciaba un 70% de probabilidades de lluvia en la zona, y sin embargo, no sólo no nos cayó una gota, sino que la temperatura era estupenda.

Cruzando el puente y siguiendo el PR HU-78, llegamos enseguida a los pies de la ferrata.



Una vez nos colocamos el equipo, comenzamos a ascender.




Como he comentado antes, esta vía no es gran cosa, es de poca dificultad, apenas tiene seis resaltes bien equipados, eso sí, dos de ellos de bastante verticalidad y muy cortita para lo que estoy acostumbrado. Pero no deja de ser entretenida.



Sin duda  se trata de una vía ideal para los que se inician en este deporte, y un buen aperitivo para los que se trasladen hasta Broto para realizar la ferrata de Sorrosal. Pero para los más avanzados ferrateros, ni mucho menos vale la pena el viaje para realizarla.



Al cabo de media hora más o menos, llegamos a los pies de la ermita.



Cuenta la leyenda que la emperatriz Elena, madre del emperador Constantino, vino a estas montañas a refugiarse de la persecución de los moros en los oscuros tiempos medievales. Siguiendo este mismo camino hacia Biescas, llegó a un punto donde se sentó a descansar. Allí, en la actualidad mana una fuente y se conserva una piedra en forma de silla y dos huellas del calzado que la tradición asegura que son las de la perseguida. Cuando llegó a la zona de la ermita, se refugió en una cueva allí existente, donde las arañas tejieron una opaca tela a la entrada de la misma, con el fin de ocultarla.



Después de pasear un rato por los alrededores, bajamos hacia la cascada.





Más tarde visitamos la fortaleza de Santa Elena, vestigios de lo que el ejército denominó la "Línea P".


Este núcleo de resistencia perteneciente a la Organización Defensiva de los Pirineos (Línea P), es uno de los seis que integran la defensa del valle de Tena. Se extiende a lo largo de unos 4 km, desde el estrecho de Santa Elena hasta la población de Hoz de Jaca. En los primeros estudios se planeó la construcción de casi 50 obras defensivas, pero no se llegó a realizar ni la mitad.


Edificio principal de la defensa. Casi idéntico al fuerte de Coll de Ladrones de Canfranc.


Interior del edificio principal.


No obstante, la Línea P fue la obra defensiva más grande construida jamás en España, y la más grande de Europa tras la II Guerra Mundial. Construida entre 1944 y 1957, abarcaba más de 500 km a través de todo el Pirineo, y comprendía miles de fortificaciones con asentamientos para diferentes tipos de armas, depósitos de municiones, víveres y refugios para la tropa. A pesar de ello, nunca llegó a terminarse; las obras se abandonaron y poco a poco cayeron en el olvido, sirviendo algunas de ellas como almacenes de material o incluso como corral. En la actualidad, muchas de estas obras han desaparecido debido a actuaciones urbanísticas, pantanos o ampliaciones de carreteras.


Troneras y enclaves de artillería.
  

Interior de las troneras.

Al rato bajamos por la pista hacia el coche. Y tras unos refrescos en Senegüé, volvimos hacia Zaragoza.

De camino hacia el coche.

La ferrata no habrá sido expectacular, pero la mezcla de naturaleza, deporte, cultura, leyendas e historia nos hizo pasar una magnífica mañana de domingo.





Entradas relacionadas:







lunes, 15 de octubre de 2012

BAUTISMO FERRATERO


Hace un año con mi amigo Agus, intentamos que mi hermana subiera la ferrata del Espolón de la Virgen, en Rodellar, pero en esa ocasión, el pánico se apoderó de ella y tuvo que abandonar cuando flanqueó hacia la izquierda e iba a comenzar el espolón, que es sumamente aéreo y vertical. Descendió por la propia ferrata.
Ella se quedó con el gusanillo de realizar una ferrata, y yo con que la hiciera. Así, que casi un año después la convencí, y aprovechando que había venido de Madrid a pasar en Zaragoza el puente del Pilar, mi hermana (también Pilar) y yo, nos encaminamos hacia Riglos para realizar la Cubilillo os Fils.
Riglos estaba abarrotado de gente. Había visto en ocasines Guardia Civil, pero practicando escalada, nunca dirigiendo el tráfico, y es que todos los aparcamientos, incluyendo el de los autobuses estaban abarrotados de vehículos. Así, que subimos con el coche hasta las tapias del cementerio para aparcar (y de paso, nos ahorrábamos 15 minutos de trekking).
Cogimos las mochilas y empezamos a caminar buen rato hasta el pie de la ferrata.

De camino hacia la ferrata, con un magnífico día
Aunque en el libro de ferratas que tengo ponen a la de Rodellar de nivel 2 sobre 5, y la de Riglos de nivel 3, la elegí porque es menos expuesta, aunque tiene tramos muy verticales e incluso un paso desplomado, pero también dispone de una vía de escape y varias terrazas donde descansar. En realidad, la dificultad de la vía es que se hace subiendo por clavijas en vez de las cómodas grapas.
Tras una marcha de casi una hora, llegamos a la ferrata y nos pusimos el equipo.

Pilar, con una sonrisa nerviosa antes de comenzar...

Comenzamos la ascensión. Tras las explicaciones pertinentes de seguridad, me quedé detrás de ella para aconsejarle como colocar los pies en según que tramos. A partir de aquí, y salvo algún que otro momento de nervios, todo salió genial.







En una repisa, descansamos para beber agua.





Y por fin, tras otro buen rato de subida, llegamos al mirador de los buitres.





A partir de aquí, iniciamos un divertido descenso. Siguiendo las líneas amarillas, tomamos un pequeño sendero que descendía con mucha pendiente. Pasamos por detrás de la Peña Don Justo asegurándonos en algunos tramos, cruzamos un pequeño puente nepalí y bajamos por una escala de hierro descendiendo hasta el camino de nuevo.



 







Finalmente, reemprendimos camino hacia el pueblo.


"Hasta ahí arriba he subido..."


Una vez llegamos al cementerio, cogimos el coche y nos tomamos un capricho en el Refugio de Riglos (que ya eran las 5 de la tarde y no habíamos comido...).




Enhorabuena Pilar, ya estás en este mundo "ferratero"...

"Yujuuuuuuuu...!!!"





Entradas relacionadas:

RIGLOS








sábado, 29 de septiembre de 2012

ASCENSION AL MULHACEN


Tras las ascensiones al MontePerdido y al Posets, nuevamente me junto con este grupo de diversas procedencias geográficas españolas para acometer un nuevo desafío: coronar el Mulhacén. La ascensión a este pico, supuso para mí un auténtico subidón a mi maltrecha situación personal, y es a ell@s, integrantes de "La Sección de la Teniente Pi" (como nos hacemos llamar en el Facebook), a este grupo de montañeros y amigos a quien quiero dedicar esta entrada del blog.

Mulhacén

El Mulhacén, con una altitud de 3.478,6 metros, es el pico más alto de la península Ibérica, y el segundo de España tras El Teide de 3.718. Este pico forma parte Parque Nacional de Sierra Nevada. Está enclavado en la provincia de Granada, en el sur peninsular y pertenece a la cordillera Penibética. Su nombre viene de Muley Hacén, castellanización del nombre de Mulay Hasan, antepenúltimo rey nazarí de Granada en el siglo XV, del que se dice fue enterrado en esta montaña.
Aunque su altura no es excepcional, el Mulhacén es el pico más alto de Europa fuera del Cáucaso y los Alpes (las Islas Canarias y Groenlandia, con cumbres más altas, pertenecen políticamente a Europa, pero geográficamente son parte de África y Norteamérica respectivamente). Es también el tercer pico más prominente de Europa Occidental, después del Mont Blanc y el Monte Etna y ocupa el puesto 64 en la clasificación mundial de prominencia. El pico no es espectacular en términos de accesibilidad o relieve. Su cara Sur  es suave y no presenta retos técnicos, al igual que en el caso del lado Oeste, de acceso más corto aunque más abrupto. Las caras Norte y Este, sin embargo, presentan resaltes que las hacen practicables sólo por expertos montañeros.
El 30 de agosto cogí el AVE de Zaragoza a Madrid; tras recoger a mi hermana Pilar en la capital y cinco horas de autobús, llegamos a Granada donde nos esperaban Gloria, Floren y Luis. Tras los abrazos (no nos veíamos desde hacía más de seis meses), y dejar las mochilas en la céntrica pensión que Pilar había reservado para los cinco, nos fuimos de vinos y cervezas a celebrar el reencuentro por Granada. Lo pasamos genial.


Al día siguiente, tras pasear por los alrededores de la Catedral, comprar algún recuerdo que otro y visitar la tumba de Los Reyes Católicos, nos montamos en el coche de Luis en busca de Alfredo y Mayte que habían salido ese mismo día desde Valencia.
Tras las presentaciones, nos dirigimos ambos vehículos hasta La Alpujarra, concretamente a Pampaneira. Allí comimos estupendamente, y tuvimos la oportunidad de conocer un poco mejor a los recién incorporados.

Opípara comida típica de la zona, que luego tuvimos que sudar...


Gloria a la caza de una bonita alfombra


Luis y yo echando tragos de los tres caños, el de las rubias, las morenas y las pelirrojas...


Después de tomar café, nos fuimos rumbo al aparcamiento de la Hoya del Portillo, en el Parque Nacional de Sierra Nevada, desde el cual empezaría la ascensión al Refugio de montaña de Poqueira. Desde allí teníamos 500m. de desnivel positivo (aunque llegamos a superar los 650m), y 8,6 km. Todos nos acordamos de la pesada comida que nos habíamos tomado unas horas antes.

Iniciando la marcha desde la Hoya del Portillo


De camino al refugio


Este refugio está ubicado a una altitud de 2.500 metros, en la vertiente sur de Sierra Nevada sobre el Barranco de Poqueira, en la margen izquierda del río Mulhacén, por encima de la confluencia de este río con Río Seco, en la Hoya de Peñón Negro. Posee al noroeste una maravillosa perspectiva de las cimas del Veleta y Cerro de los Machos. Hacia el sur se abre un gran vacío de valles que al fondo chocan con Sierra Lujar, el Mediterráneo y el norte de África, que se divisa desde la puerta del refugio si tienes la suerte de pillar un día despejado. Es propiedad de la CMM y el Parque Nacional y está gestionado por la Federación Andaluza de Montañismo.
La verdad es que está muy bien (cualquier comparación con la experiencia que tuvimos en Góriz es siempre positiva). Tuvimos una habitación para los siete, y aunque nos teníamos que duchar con agua fría y beber agua embotellada tras previo pago, los desayunos y cenas estaban más que aceptables. Las palomitas de maíz no faltaban, y aunque parezca una tontería, son de agradecer cuando te regalan una fuente pidiéndote una simple cerveza.

Refugio de Poqueira



Al día siguiente y bien temprano, iniciamos la ascensión al Mulhacén. Nos esperaban casi 1.000 metros de desnivel, pero los primeros 500 fueron muy suaves.
Tomando el camino que hay a la derecha saliendo del refugio, comenzamos a ascender paralelos al curso del río Mulhacén y en contra de su escaso cauce. El camino es muy accesible, aunque hay algunos tramos en los que hay que trepar por grandes piedras hasta llegar a la pista.
 
Esta pista a la que accedimos tras salvar unos 300m de desnivel es la más alta de Europa, practicable para cualquier vehículo, aunque su acceso está restringido.
Tras caminar algunos kilómetros por la pista, llegamos hasta casi los 3.000 metros, y a partir de este momento, empezaba de veras la ascensión. Aquí Mayte y Alfredo se adelantaron, y el resto del grupo comenzamos a subir a través del abrupto terreno de la cara Oeste que nos llevaría hasta el collado de La Caldera, y posteriormente hasta la cima.
Al cabo de un buen rato, con alguna que otra parada "técnica" para recuperar el fuelle y tomar un Huesitos, llegamos a la cima.

Mayte, Gloria, Pilar, el que suscribe, Floren y Luis. Y Alfredo tras la cámara claro, alguien tenía que hacer la foto...
A pocos metros por debajo de la cumbre, hay un antiguo refugio sin tejado, pero cuyas paredes nos sirvieron para cobijarnos del aire y tomar un tentempié.
Allí mismo, y aún faltando tres días para mi cumpleaños, el grupo decidió adelantar la fecha. Sorprendido  y emocionado recibí un bonito regalo...

No es por presumir, pero no creo que mucha gente haya recibido un regalo de cumpleaños a casi 3.500 metros... !!!

Abrazando a todos en señal de agradecimiento. ¡Qué majos!
Al cabo de un rato, iniciamos el descenso por la suave cara Sur, donde nos cruzamos con varios ciclistas que con sus mountain bikes, intentaban llegar a lo más alto.


Una vez en el refugio, celebramos mi cumpleaños, con unas más que merecidas cervezas.
Al día siguiente, regresamos hasta la Hoya del Portillo, donde se encontraban aparcados los vehículos.

Precioso día que nos amaneció

El menda con mi buen amigo Floren

Luis acariciando a un caballo de los muchos que pastaban por ahí


Volvimos juntos hasta Pampaneira, y desde allí Alfredo y Mayte reemprendieron viaje hacia Valencia. El resto, nos entretuvimos recorriendo varios pueblos de La Alpujarra, tapeando, disfrutando de sus paisajes y celebrando esta ascensión.


Mi hermana, yo, Gloria, Luis y Floren brindando bajo un magnífico techo

Desde allí regresamos a Granada, donde volvimos a pasar noche tras otra excelente jornada de vinos por esta preciosa ciudad.


Perfectamente acompañado con la Alhambra al fondo


Este vídeo es la megaproducción con la que siempre nos obsequia Luis tras una ascensión.





Entradas relacionadas:






lunes, 27 de agosto de 2012

50 ANIVERSARIO DE UNA MÍTICA VÍA


En la entrada que realicé de Riglos, ya tuve la ocasión de comentaros unas líneas acerca de míticas cordadas, entre las que destacaban sin duda la de Rabadá y Navarro.
El  pasado día 21 de agosto, se cumplieron los 50 años de la apertura por parte de estos dos aragoneses de la vía más importante e influyente del alpinismo español. Fue en  el Naranjo de Bulnes.


El Naranjo de Bulnes o Urriellu (en asturiano Picu Urriellu) es un pico calcáreo situado en el Macizo Central de los Picos de Europa. En Asturias es conocido como “Picu Urriellu”, nombre este último derivado de la denominación del Mazizo Central como “Los Urrieles”. Administrativamente, el Naranjo de Bulnes se encuentra situado en el concejo asturiano de Cabrales y dentro del Parque nacional de los Picos de Europa.
Tiene una altitud de 2.519 metros y, aunque no se trata del pico más alto de la Cordillera Cantábrica, puede ser considerado como uno de sus picos más conocidos, así como una de las cumbres emblemáticas de España, sobre todo desde el punto de vista de la escalada en grandes paredes. Especialmente por los 550 metros de pared vertical de su cara oeste, y es precisamente ésta, la que conquistaron estos dos grandes alpinistas.



Os dejo con un magnífico artículo extraído del diario El Mundo, con motivo de este aniversario:

“... Algo de niebla durante la excursión por esta pared, la más hermosa y formidable que hasta la fecha hemos conocido. Somos dos excursionistas zaragozanos que nos sentimos orgullosos de poderla ofrecer a todos los montañeros españoles que alguna vez han soñado con la escalada de esta provocativa pared”.

Los firmantes de tan sencillas líneas eran unos tales Alberto Rabadá y Ernesto Navarro. Aparecieron en el libro de cumbre del Naranjo de Bulnes y fueron escritas el 21 de agosto de 1962, después de que sus protagonistas hubieran recorrido la muralla Oeste del Picu, la mítica Llambría Bermeja. Una montaña y una pared legendarias, claves en la historia del alpinismo español y las únicas reconocidas por la sociedad española ajena por completo al mundo de la montaña y sus significados.

Mientras que el resto de paredes del Naranjo tenían varios itinerarios de escalada, e incluso había sido realizada la primera invernal del Picu, en los inicios de los pasados sesenta, la pared occidental conservaba el aura de lo inaccesible. Con una altura de más de 500 metros, es una placa aparentemente sin fisuras, cuya simple visión había evitado que nadie intentara su recorrido. La formidable escalada de Rabadá y Navarro se resolvió en estos parámetros sin la menor vacilación, a lo largo de cuatro jornadas magistrales distribuidas en dos asaltos, con un intermedio en el que los maños abandonaron la pared para aprovisionarse de agua, comida y material.

Desde el punto de vista montañero, los años sesenta del siglo XX estuvieron marcados por las primeras a las grandes paredes rocosas del mundo. Pilar de Freney y el Dru en el Mont Blanc, Capitán en Yosemite y las grandes vertientes patagónicas fueron los más señeros. La larga posguerra sumió al alpinismo español en un raquitismo del que empezó a salir a finales de los cincuenta, confirmando su mayoría de edad en la siguiente década.

En semejante contexto las escaladas de Rabadá y Navarro fueron las más señeras del momento, hasta el punto de convertirse en adelantadas de su época, marcando el camino que siguieron las siguientes generaciones de alpinistas nacionales. Del mismo modo que a principio del siglo XX, Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, y Gregorio Pérez, El Cainejo, alumbraron el nacimiento del alpinismo español en esta montaña, la cordada aragonesa eligió este marco para darle a su deporte el espaldarazo de la mayoría de edad.

Tras Rabadá y Navarro, las mejores cordadas españolas se lanzaron a repetir la anhelada escalada. No fue asunto sencillo. En 1969 la ‘Oeste’ sólo había conocido ocho ascensiones, todas con uno o varios vivacs. Hasta 1971 no se consiguió en el día, sin dormir en la pared. Lo hicieron José Ángel Lucas y Rafael González Durán Loquillo, dos de los mejores jóvenes de dos generaciones posteriores a la de los maños.

En una evolución lógica, el siguiente paso fue lograr la primera invernal de la ruta. Algo complicado, pues el Naranjo de Bulnes se alza a 2.519 metros en la Vega de Urriello, enclave situado en el corazón de Picos de Europa especialmente sensible a los cambios de tiempo, en aquellos años bastante más rigurosos y fríos que hoy. Los sucesos que acontecieron a continuación confirmaron estos hechos, convirtiendo al Urriellu en el epicentro informativo español un invierno sí y otro también.

La muerte de los vascos Ramón Ortiz y Pachi Berrio, despeñados en el último paso difícil de la ruta en febrero de 1969 y el macabro rescate de sus cuerpos; el posterior intento y rescate de Gervasio Lastra y José Luis Arrabal en 1970 y la muerte de éste último ya en el hospital; el fallecimiento víctimas de una avalancha del madrileño Antonio Mayral y el vasco Félix Ruiz en diciembre de 1972, cuando regresaban de intentar la escalada y la postre primera invernal protagonizada por José Ángel Lucas, Miguel Ángel García Gallego, Pedro Antonio Ortega y César Pérez de Tudela, en febrero de 1973, dispararon la popularidad de la pared y del Naranjo, instalándole en el Olimpo de lo prohibido y lo letal para los españoles.

En 1963, al año siguiente de la primera absoluta de la Oeste del Naranjo de Bulnes, Alberto Rabadá y Ernesto Navarro encontraron la muerte mientras ascendían la cara Norte del Eiger, la llamada Montaña Asesina de los Alpes suizos. Junto con el rescate de sus cuerpos al año siguiente, después de permanecer todo el invierno clavados a la pared, magnificó la figura de los aragoneses, elevando sus escaladas, en especial la realizada en el Picu a la categoría de mito.

Ha transcurrido medio siglo y aún conserva ese halo legendario. Es cierto que ahora algunos la han recorrido en menos de cinco horas, sin cuerda y en invierno sin vivac. Pero la Oeste es la Oeste. Todavía sigue siendo la “vía soñada”, como la definió Alberto Rabadá, y la mayoría de los escaladores actuales la consideran una ruta imprescindible y la más hermosa de España.



Entradas relacionadas:

- RABADÁ Y NAVARRO: 50 AÑOS DE LA TRAGEDIA DEL EIGER
- RIGLOS